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Ares y Redes

Ares, que nombre tan bonito ¿verdad? pues la etimología de este nombre aún sigue siendo un misterio y fruto de estudios. El nombre de Ares se podría deber al pueblo fenicio, ya que Ara Solis era una de sus ciudades en Fisterra. Ares también es el nombre que los griegos dieron a su dios de la guerra. Sin embargo, algunos historiadores como García de la Riega se inclinan por la ascendencia celta de este nombre, ya que AR o ARU es una palabra de origen celta y que significa Dios, y con este nombre y derivados fundaron numerosos pueblos en Galicia: Ares, Areosa, Arousa… que dan sentido a lo afirmado.

Muchas de las casas aún conservan ese aspecto marino. La casa típica es un edificio de dos pisos con un balcón corrido en la fachada principal, volado sobre ménsulas de madera o piedra, necesarias para colgar las redes de los barcos que salían a la pesca de bajura.

*Una sirena nadaba asustada por los mares de Ares, teniendo largas charlas con los peces, las gaviotas y todos los seres marinos. Cuando llegaba gente, tenía que sumergirse resignada. Un día fue sorprendida por un hidalgo que quedó prendado de ella, contrayendo matrimonio en secreto. Con el tiempo, la sirena perdió sus escamas y consiguió su sueño: ser humana real y tener numerosos hijos. Así, nacieron los marineros*

“En Ares non te pares, en Redes non te quedes e en Caamouco para pouco”. La malévola cantinela popular no le hace justicia a este coqueto rinconcito de la coruñesa ría de Ares. Un pueblo marinero y diminuto como los que ya casi no quedan, abrazado a un mar calmo y parsimonioso que apenas recuerda al fiero Atlántico de unas pocas millas más hacia el oeste. Pero lo verdaderamente asombroso, es esa estrecha camaradería entre las olas y las casonas construidas con salida al mar. Erigido en un tiempo en que no se conocían ni la Ley de Costas ni menos aún ese instinto depredador de los nuevos urbanicidas, el pueblo quiso dotarse de acceso directo al que era el principal de sus aliados. Un lugar de extrema belleza y tranquilidad, donde los vecinos pueden tocar la ría desde la ventana de su casa o embarcarse nada más cruzar el umbral de la puerta, como si de “la Venecia gallega” se tratase.

Su topónimo procede de una tradicional costumbre de los pescadores. Antiguamente, tras recoger la pesca del día colgaban las redes a secar sobre unas estacas colocadas en el puerto. Estas estructuras de madera sobre las cuales se colgaban las redes todavía se conservan hoy en día. Esa tradición se rememora cada año en verano durante la celebración de la fiesta de La Cabria.

Redes son media docena de calles. Y no es un decir. Se llaman Arriba, Medio, Abaixo, Nova y Ribeira, abrazadas todas ellas por la carreterita general, rebautizada como avenida de Gaspar Rodríguez en honor del que fuera primer alcalde del entonces Ayuntamiento de Caamouco.

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