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Celeiro Viveiro

El municipio de Viveiro está situado en la provincia de Lugo, dentro de la comarca de la Mariña Occidental, de la cual es su capital.

La ría de Viveiro es una de las rías pertenecientes a las Rías Altas, y que confluye en el mar Cantábrico.

La villa de Viveiro se denominó en la antigüedad Concejo de la Puente de Vivario, por el puente construido durante la dominación romana. La llegada de la invasión árabe destruyó la villa, pero pronto fue reconquistada.

El Rey Don Pelayo recompensó a Vivero por los servicios prestados en la Reconquista.

Hacia el año 844, la población de Viveiro sufre diversos ataques por parte de vikingos, al menos en tres ocasiones. Sobre estos hechos, también se relata la leyenda del Obispo Santo. Obispo de Mondoñedo.

La documentación histórica más antigua que se conserva es del siglo XII, del año 1112, cuando la reina Doña Urraca I de León (a quien su padre el rey Alfonso VI otorgó el condado de Galicia), concedió el señorío del entonces burgo al Obispo de Mondoñedo don Nuño Alfonso.

El hijo de Doña Urraca, el rey Don Alfonso VII de León, delimitaría por primera vez el territorio perteneciente al señorío de Vivero. De este señorío formaban parte además del municipio de Vivero, los que posteriormente se convertirían en los de Vicedo, Orol, Jove, Cervo y Burela.

Durante la segunda mitad del siglo XV, Viveiro fue escenario de la guerra civil existente entre nobleza y vasallos, conocida como Guerra Irmandiña. Dentro de estas revueltas, destacó la figura de, Pero Pardo de Cela, quien fuera alcalde de la villa, como recompensa de su apoyo a Isabel la Católica.

Sin embargo, acabaría por encabezar una rebelión contra la realeza, lo que llevaría en el año 1476 a su destitución de la alcaldía por parte de los Reyes Católicos. En el año 1478 es expulsado de Viveiro, refugiándose en el CASTILLO DA FROUXEIRA, donde se enfrentó a Fernando de Acuña, primer Gobernador y Justicia Mayor del Reino de Galicia, quién lo acabaría conduciendo al cadalso.

El puerto de Celeiro no se limita a un desembarcadero pesquero: concentra el 30% de toda la capacidad pesquera de merluza en aguas europeas, lo que lo convierte, con 11.000 toneladas anuales, en el puerto más importante de merluza del pincho o palangre de España. Por volumen total de capturas, ocupa el tercer lugar entre las lonjas de Galicia.

La carretera nos lleva a las afueras de Viveiro, y al puerto de fondo de ría que es Celeiro a cuya entrada se erige el monumento En memoria da xente do mar, obra del artista viveirense Neira Brochs, en recuerdo de la terrible galerna que asoló el Cantábrico en 1961. La flota merlucera tiene como destino el caladero del Gran Sol, que abarca las aguas atlánticas comprendidas entre el golfo de Vizcaya y la costa escocesa. Al barco palangrero lo reconoceremos por no disponer de apertura en la parte trasera (iza las capturas por los costados), así como por la presencia de boyas esféricas, generalmente de color rojo, como punto de referencia flotante de las ristras de anzuelos; estos garantizan que la merluza tenga mayor firmeza en la carne y que no presente la descamación propia de los ejemplares capturados con redes de arrastre o de volanta.

De la épica y del romanticismo en sus condiciones de vida, mejor olvidarse. En tiempos incluía la cama caliente (durmiendo por turnos día y noche), actualmente las mareas del Gran Sol duran 12 días (antes eran 17) y las condiciones laborales han mejorado sustancialmente.

O Vicedo

Vicedo (en gallego y oficialmente desde 1983 O Vicedo), es un municipio de la comarca de La Mariña Occidental, provincia de Lugo, último municipio de la costa lucense, antes de adentrarnos en la provincia de A Coruña es un paraíso playero, con los arenales de Abrela, Arealonga y Xilloi como los más populares y la singularidad de que en esta última playa, con vistas al pueblo de Bares, pueden encontrarse algunas rocas volcánicas. La frontera con el concello coruñés de Mañón la marca el precioso puente metálico de Vicedo sobre la desembocadura del río Sor.

El Sor también surca el mucho más antiguo Puente del Puerto, que se supone medieval y aún conserva, para el viajero atento, el milenario que marcaba la división entre las antiguas provincias de Mondoñedo y Betanzos. En torno al río, además, los amantes del senderismo pueden disfrutar de paisajes muy hermosos, en particular los del lugar de Montedinsua. En sus alrededores, una central hidroeléctrica abandonada, un centenario molino de agua y, lo más curioso, los restos de un telesilla con la que los pescadores cruzaban antaño de una a otra orilla. Los todopoderosos Andrade, tan presentes en Vilalba o en la comarca de Ferrolterra, también dejaron aquí huella de su paso a través de la bella Iglesia de Santa María de Cabanas, que mandó construir Fernán Pérez de Andrade en el siglo XV. El templo presenta un jabalí, símbolo de la familia, reproducido a tamaño natural.

En la Edad Media las parroquias que ahora componen todo el municipio de Vicedo pertenecían a diferentes Señores feudales, eclesiásticos y laicos.

Fuciño do Porco, que significa «hocico de cerdo». Se trata de una formación rocosa denominada geográficamente Punta Socastro. Se trata de una ruta hacia el extremo de dicha formación rocosa a través de una impresionante pasarela de madera en forma de zigzag.

La característica forma de la costa gallega, abrupta, cortada y llena de entrantes tallados por el mar durante milenios, permite la existencia de lugares mágicos como el Fuciño do Porco. El sendero hoy transitado, se abrió para el mantenimiento de una pequeña baliza marítima que marca el extremo occidental de la ría de VIVEIRO. El paseo hasta el faro constituye una ruta de ida y vuelta de alrededor de tres kilómetros y los locales aconsejan llevar una rebequita si se quiere disfrutar de unos minutos de tranquilidad al final del paseo. El buen turista en tierras de A Mariña sabe que el nordés es un viento traicionero, que en cualquier momento y de igual manera, te envuelve la garganta o te saca el sombrero.

La illa Coelleira es una isla de la provincia de Lugo, la más grande de la provincia y también de las islas cantábricas gallegas. Situada en la salida de la Ría do Barqueiro, y perteneciente al municipio de O Vicedo, tiene una característica forma de trapecio irregular de más de un kilómetro de largo que parece hundirse en el mar. Alcanza los 82 metros de altitud, ocupa una extensión de 26 hectáreas y está coronada por un faro de mediana importancia de la misma época que los de la Illa Pancha o el de la Atalaia de San Cibrao.

Aquí se afincó en el reinado de Leovigildo (573-586) el monasterio de San Miguel cuyos monjes se trasladaban en barcas de cuero a Viveiro para decir misa. En el discurrir de los tiempos, cuando Felipe el Hermoso persiguió a los hombres del Temple, éstos se instalaron en su intramuros, hasta que una noche -según cuenta una de las leyendas- “verdugos sin entrañas”, mientras repicaban las campanas, degollaron a los monjes, salvándose uno que vestido de paisano se refugió en la que todavía hoy se conoce como “Casa do Paisano” en la Praia de Xilloi en O Vicedo.

Esta fue tierra habitada y cultivable, donde vivían el farero y algunas familias de agricultores. La illa Coelleira quedó deshabitada desde que la abandono el último farero no hace muchos años.

Entre la fauna que la puebla, además de los conejos que le dieron el nombre, hay que destacar el paso de decenas de miles de aves migratorias que, desde Islandia, Groenlandia y el norte de Europa vuelan hacia África, siendo el alcatraz atlántico, el negrón común y la pardela pichoneta las especies más numerosas.

Dicen que la isla tuvo excelentes condiciones para la agricultura y hay gente que recuerda el excelente trigo que se cultivaba hasta hace poco y la excepcional blancura de su harina.

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