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Pontevedra

El Dios Teucro fundó esta hermosa ciudad cuya parte antigua está declarada recinto histórico-monumental. El visitante, al adentrarse en sus empedradas calles, se sorprenderá a cada momento con su historia, que nos habla de un puerto que en la Edad Media gozó del favor de la corona. Las iglesias de Santa María y la Peregrina, la Plaza de la Ferrería y el Museo Provincial son citas obligadas.

Si bien mitológicamente se le atribuye al guerrero griego Teucro la fundación de Helenes (Pontevedra), los primeros restos de que se tienen constancia son los castros que existían donde hoy están las iglesias de Santa María y San Francisco. También han aparecido varias hachas de la Edad de Bronce, que nos señalan la existencia de antiguos asentamientos que se dedicaban ya al marisqueo.

Con la llegada de los romanos, éstos comenzaron la construcción de varias vías de comunicación con el resto del imperio. La Vía XX unía dos núcleos principales: Lucus Augusti (Lugo) y Bracara Augusta (Braga). Para cruzar el Río Lerez se construyó un puente alrededor del cual comenzó a crecer la población de Pontevedra. Una columna miliaria del año 137, aparecida en una de las últimas excavaciones, parecen confirmar el hecho.

Durante el Reino Galaico-Suevo, en el siglo VII San Fructuoso funda varios monasterios, como el de Armenteira y Meis, cristianizando la comarca.

Es en el Siglo XII cuando vuelven a aparecer documentos que hablan de un lugar llamado Pontus Veteri, alrededor de un nuevo puente construido sobre el anterior romano. Los beneficios obtenidos de los políticos de la época, como el Rey Fernando II, y un aumento del comercio impulsan definitivamente a la villa. Alguno de los privilegios la fabricación de grasa de saín y el de curar pescado (1229), la feria franca de San Bartolomé (1467) y puerto de carga y descarga de Galicia (1452).

Con estas premisas, durante los siglos XV y XVI Pontevedra vive su época de mayor esplendor. La importancia de su puerto en el comercio internacional provoca el asentamiento de un gran aumento de habitantes, levantándose la iglesia de Santa María, construcción sufragada por el poderoso gremio de los mareantes.

En los astilleros de ribera se construyen los mejores barcos, creyéndose que de ellos salió la carabela Santa María para su viaje a América. El gran volumen de pesca de sardina que se obtenía de la Ría y la facilidad para su secado y salazón llevaron a Pontevedra a ser el principal puerto pesquero siendo otras de las causas por las que, en el siglo XVI, Pontevedra vive una gran época de prosperidad. Alrededor de estos comerciantes y pescadores, nace también un gremio de artesanos que llenan con sus trabajos las principales calles y plazas de la villa medieval.

Como el resto de Galicia, a principios del Siglo XVII comienza un período de decadencia que dura tres siglos. Las constantes luchas internas de la corona y las guerras con los portugueses, ingleses y franceses reducen a la mitad sus habitantes, frenando a la expansión que se había producido durante la Edad Media. El Río Lerez va produciendo una sedimentación en el puerto que obliga a cerrarlo para los buques de gran tonelaje debido a su mínimo calado.

Esta crisis se agudiza con el agotamiento de los caladeros pesqueros. Debido a ello, las embarcaciones mercantes se dirigen a otros puertos de la región por su mayor calado y los pescadores se van a otros caladeros, provocando una pérdida irreparable para la villa.

Durante la Guerra de la Independencia. contra los franceses, los pontevedreses rechazan a las tropas del general Ney, en un importante episodio histórico de la ciudad.

En el siglo XIX, Pontevedra se convierte en la capital de provincia, una ciudad administrativa y comercial. Se derriban las antiguas murallas y se construyen numerosos edificios públicos y lugares para el esparcimiento como la Alameda.

A principios del S XX vive un momento de gran esplendor cultural y político, fundándose el Partido Galeguista, dirigido por Castelao y Alexandre Bóveda, semilla del nacionalismo gallego. Con el triunfo del fascismo en la Guerra Civil, Pontevedra no es ajena a lo que sucede en el resto del estado y este dinamismo cultural se ve frenado hasta épocas muy recientes.

En los últimos años, Pontevedra se está despertando de este letargo recuperando el dinamismo que se le supone y cuidando con especial interés su rica memoria histórica.

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