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Moaña

Situada en el paraíso de, O Morrazo, y bañada por la Ría de Vigo en toda su extensión, Moaña se convierte en un gran atractivo turístico para los visitantes. Situada a un paso del Puente de Rande, conecta muy bien con Vigo y Pontevedra, ofreciendo un lugar de relajación y ocio muy cerca de las grandes ciudades.

Moaña, guarda una doble memoria: por una parte, la histórica de tesoros, codicias, corsarios y galeones hundidos en la batalla naval de octubre de 1702, y también la literaria de los viajes de Julio Verne y el capitán Nemo. Domaio es casi el fondo de la ría de Vigo, un estrechamiento que permitió la colocación casi natural del puente de Rande, en su día el más alto del mundo entre la línea del agua y la de rodaje, un viario clave para entender las comunicaciones por carretera y también las simbólicas entre Galicia, la península del Morrazo.

Con motivo de la remodelación del paseo marítimo de la localidad marinera de Moaña, se ha instalado la escultura al Fisgón, aunque popularmente conocida como el dios Neptuno debido a su forma corpulenta y con lo que parece un tridente de bronce en su mano izquierda.

El resultado de esta escultura en granito representa a un marinero dedicado al arte de la pesca conocido como "fisga" (tridente) que era típico de esta localidad. La gigantesca escultura obra del artista Manuel Varela, pesa casi 15 toneladas y mide unos 4 metros de altura.

Otro atractivo turístico, no menos importante, sería el monte de esta villa, con rutas llenas de leyendas, siguiendo el sendero del Río de la Breñal hasta A Poza da Moura, admirando, entre tanto, el trabajo de los molinos aun en funcionamiento.

A Poza da Moura, describiremos este lugar como un descenso en forma de cascada de unos 500 metros de altura, impresionante, especialmente en las épocas muy lluviosas. En estos momentos, si cruzamos el puente de Rande saliendo de Vigo, a mano izquierda veremos claramente este lugar.

La Poza da Moura (“La poza de la Mora”) recibe su nombre de una curiosa leyenda tradicional, en la que una joven mora recién llegada a esta zona se enamoró de un agricultor del lugar. En este bello paraje tenían sus encuentros amorosos hasta que fueron descubiertos por el padre de ella, y este hecho derivó en la muerte del amante. Ella muy apenada se sumergió en estas aguas y despareció para siempre, aunque se cuenta que en las noches cálidas se oyen sus cánticos, e incluso se dice que en la noche de San Juan es posible encontrarse con ella al borde de las aguas.

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