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Camariñas

El topónimo de Camariñas proviene de un arbusto, la caramiña, que es muy frecuente en la zona. Los antiguos habitantes de estas tierras dejaron alguna muestra de sus quehaceres, como son los castros de Mourín en el Monte da Croa y el de A Punta do Castro cerca del pueblo. En Ponte do Porto tambien se puede ver algún tramo de la calzada romana.
La ría de Camariñas fue un escenario sangriento durante la invasión francesa (1809), en la que el invasor saqueó las haciendas y asesinó a buena parte de la población.
Los piratas normandos, que atacaron toda la costa gallega, también se acercaron a Camariñas. Se cree que pudieron asentarse en los lugares de Arou y Santa Mariña.
Durante la Edad Media, el tráfico marítimo-comercial con el resto de Europa trajo a Camariñas el famoso encaje, que las palilleiras llevan perfeccionando desde aquella época hasta nuestros días. Para salvaguardar la ría de los ataques por mar se construye en el siglo XVIII el Castillo del Soberano, bastión defensivo importante durante la ocupación francesa.
Una parte trágica de la historia de Camariñas, que vuelve a demostrarnos la relación vida-muerte que tienen estas gentes con el mar, han sido los numerosos naufragios que tuvieron lugar en esta parte de la costa, conocida como A Costa da Morte. En 1809, el buque-escuela inglés Serpent se fue a pique en la Playa de Trece con 172 personas a bordo.
En la actualidad, además del encaje, la pesca y el marisqueo son su principal fuente de riqueza. También existe una industria conservera, heredera de aquellos empresarios catalanes que trajeron las primeras fábricas de salazón. Pero, a pesar de ello, con una flota de bajura de las más importantes de la zona y unos acantilados donde crecen buenos percebes, mucha gente de Camariñas tuvo que marchar a la emigración en busca de una riqueza que aquí no podía conseguir.

Camelle es punto de partida para conocer la costa más agreste por un sendero costero que lleva hasta el Cabo Vilán y Camariñas.

Arou es el último pueblo en el camino costero hasta Camariñas. En este marco natural de incomparable belleza se encuentra el Monte Branco, homónimo al del esteiro do Anllóns, y la ensenada de Trece. Cerca del vigilante faro Vilán se esconde bajo la espuma la mortal Ponta do Boi, negro lugar que ha destrozado por lo menos a 8 barcos en el último siglo, entre ellos el trágicamente conocido buque inglés Serpent.

Es una ruta muy bonita, preciosa, que discurre entre bellos y agrestes paisajes con espectaculares vistas panorámicas y siempre con el mar a nuestro lado.

Siguiendo nuestro recorrido por esta senda nos encontramos con dos pequeñas calas de fina arena blanca la playa de Pedrosa y la de Balea, un poco más allá la playa de Reira, esta es un poco más grande de unos 100m de longitud. Aquí merece la pena pararse para contemplar las increíbles vistas panorámicas que nos ofrece sobre el Cabo Vilán y especialmente sobre su islote de "Vilán de Fóra".

También hay que estar especialmente atentos para poder ver las rocas naturales con forma de oso y de una pareja de enamorados. Continuando con nuestra ruta la siguiente parada es en el Cementerio de los Ingleses, llamado así porque aquí están enterrados 172 marinos que perecieron tras el hundimiento del navío inglés Serpent en 1890 muy cerca allí. Desde aquí ya podemos divisar el arenal de Trece y Monte Branco, se trata de una duna que se convirtió en monte con sus más de 200 metros de altura es la más grande de Europa. Toda la ruta recorre parajes protegidos por Red Natura y es especialmente atractiva en esos días que el mar está un poco embravecido.

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