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Cabo do Roncudo

Los faros de Galicia, bajo mi punto de vista, son uno de los reclamos turísticos más entrañables. Cada faro de Galicia guarda una historia detrás, en muchos casos una historia trágica, con naufragios a sus espaldas. Y, sin embargo, pasan los años y los faros permanecen indómitos, esperando nuevas leyendas, cambios y tempestades.

Cambian sus linternas, se modernizan, dejan de ser el terreno de los fareros, pero siguen manteniendo el misterio que les caracteriza. Siguen guardando secretos de barcos perdidos, brindando luz en las noches de temporal y alumbrando entre la niebla.

Desde Malpica hasta Finisterre, se encuentran los ocho faros más emblemáticos de toda Galicia.

De esta forma, nos adentraríamos en su naturaleza, visitaríamos muchos de sus pueblos y contemplaríamos bien de cerca la belleza de sus costas y acantilados. ¡Tres en uno!

Sisargas y Punta Nariga ya hemos visitado, ahora nos toca el Roncudo. Como faro no es tan especial, pero el paisaje y el rumor del mar hacen su magia en la tierra de los percebes. Dicen que el nombre le viene del ronco rumor del mar al estrellarse contra las rocas. Allí se honran las vidas de los aguerridos percebeiros que se la juegan por hacerse con uno de los mariscos más sabrosos -y caros- de Galicia.

Dicen que el percebe del Cabo Roncudo en Corme es el mejor del mundo, al parecer porque se dan unas condiciones óptimas de temperatura y salinidad, por la situación de las rocas batidas por el mar y por la cantidad de sol que reciben. Además, desde los años ochenta se han introducido en Corme planes de explotación del percebe, para gestionar de forma sostenible este maravilloso recurso natural, mejorando también su calidad. No sé hasta qué punto se han cumplido, pero parece que al menos en los últimos años sí.

Puede que la apariencia de este manjar no sea muy apetitosa, sobre todo para alguien que no los haya probado nunca. Muchas veces me he preguntado cómo llegaron a formar parte de nuestra gastronomía y cuánta hambre debieron pasar nuestros antepasados para recurrir a ellos.

Pero es que cuando los pruebas… Comer un percebe es como una explosión de sabor. Es un pedazo de mar en tu boca, con la sal y los peces y las algas y el plancton y el aire y la fuerza de las olas. Es una delicia especialmente asequible si estás por la zona de Corme en julio, ya que desde hace unos veinticinco años se celebra la fiesta del percebe. Allí, además de un ambiente increíble, por unos 15 o 20 euros puedes disfrutar de una buena ración del preciado percebe.

Hay quien dice que el percebe es caro y la verdad es que rara vez baja de los 80 euros el kilo, pero a mí no me lo parece. No, si tenemos en cuenta el riesgo que corren los percebeiros para capturarlos. Y es que no se ha descubierto una técnica mejor, así que se siguen cogiendo como hace siglos. Cuando llega la bajamar, los percebeiros van a pie, sobre las rocas, hasta la zona donde bate el mar, que es donde crece este crustáceo. Con un mango de madera acabado en una cuña metálica capturan los percebes sin romperlos, cuidando de no resbalar, de evitar las olas, de no cortarse en las rocas. En definitiva, arriesgando su vida por este manjar. Y, por desgracia, las cruces blancas alrededor del Faro Roncudo dan fe de ello.

El Roncudo se llama así se llama así por el sonido que hace el mar al romper en estos acantilados y es cierto que pasear por esta zona o quedarte sentado viendo el mar es sobrecogedor.  El faro es bonito en su sencillez, blanco y austero, no intenta competir con el entorno en el que se encuentra. Una carretera de unos dos kilómetros une el faro con el puerto de Corme y es un bonito paseo, aunque también se puede recorrer en coche.

Como en tantos otros puntos de la Costa da Morte, en Punta Roncudo se puede disfrutar de una puesta de sol increíble, si las nubes no se interponen… y es cierto que pasear por esta zona o quedarte sentado viendo el mar es sobrecogedor. 

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