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Fisterra

Los romanos pensaban que este era el punto más occidental de la tierra y, por tanto, el mundo se acababa aquí. Era el "finis terrae" ¿Por qué alguien querría ir al fin del mundo?

Tal vez porque Cabo Fisterra esconde el verdadero secreto de la Costa da Morte: paisajes agrestes y playas impresionantes, unas (al abrigo del cabo) de aguas tranquilas y otras de fuerte oleaje como Mar de Fora, una de las playas más salvajes de Galicia. Y la gran atracción de todos los tiempos, la puesta de sol sobre la inmensidad del océano, el mar del fin del mundo.

Sea por curiosidad o por vivir una aventura, Cabo Fisterra fue un imán desde la más remota antigüedad, atrayendo a viajeros de lejanos países y también, con peor fortuna, a tantos barcos que naufragaron en sus aguas.

Hoy, con su potente faro, Cabo Fisterra sigue ejerciendo un atractivo especial sobre los peregrinos del Camino de Santiago, que no dan por finalizado su viaje hasta llegar aquí. Por algo será.

Este lugar fue considerado durante siglos el límite de las tierras conocidas, la frontera del Más Allá, el Fin del Mundo.

La punta es un acantilado en ascensión desde los temidos islotes de O Petonciño y de A Centola hasta el monte de O Facho (242 m) donde parece que estaba el Ara Solis de la Antigüedad para la celebración de los ritos solares. Tradicionalmente se considera el punto más occidental del continente, aunque en puridad no le corresponda tal título. Hasta aquí se prolonga el Camino de Santiago para los peregrinos que según la tradición queman a la orilla del mar las ropas y comienza el regreso a casa.

Desde el principio de los tiempos Fisterra evoca un misterio insondable en el alma de los hombres. Las raíces del aura legendaria de estos parajes, abiertos a la inmensidad del Océano Atlántico, descansan en la mitología de los primeros pobladores de Europa. Los antiguos creían que el mundo terrenal daba paso, con la llegada de la muerte, a otra existencia en una isla situada al oeste, donde se ponía el sol. En las leyendas celtas es frecuente encontrar imágenes de héroes que hacen su último viaje a este paraíso en una barca de piedra. Esta unión de piedra, mar y espiritualidad pervive en distintas formas a lo largo de la Costa da Morte.

Cuando los romanos llegaron a este lugar, presenciaron por primera vez el espectáculo sobrecogedor del sol hundiéndose en las aguas. Encontraron un altar dedicado al astro rey, el Ara Solis, erigido por las tribus celtas de la zona. Diversas fuentes ven un paralelismo directo entre la imagen del sol hundiéndose en el mar, y la hostia y el cáliz del escudo de Galicia. Hoy, una plaza en el pueblo recibe el nombre de Ara Solis.

Antes de la llegada del cristianismo los europeos ya veían en Fisterra un destino obligado de peregrinación. Pero tras el descubrimiento de la tumba del Apóstol, la ruta hacia el occidente atlántico alcanzó su máximo esplendor. El Camino de Santiago, guiado por las luces de la Vía Láctea, termina aquí, frente al océano. Así pues, el visitante que deje volar su mirada desde este promontorio, no sólo disfrutará de unas vistas de gran belleza. Estará participando de un mito que intimida y atrae a los hombres desde hace miles de años.

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