top of page

Meaño

La Comarca do Salnes, esconde magníficos tesoros patrimoniales, etnográficos y naturales, como

es la Ruta da Pedra e da Auga, sin duda una de las de mayor encanto y más completas de Galicia. Para algunos presenta el inconveniente de que no es circular, para otros eso es un aliciente porque permite disfrutar de una caminata de ida y vuelta.

Se trata de un viejo camino, que se recorría tradicionalmente los lunes de Pascua hacia el Monasterio de Armenteira, para asistir a la romería de la Virgen de las Cabezas, de larga tradición.

La ruta, es un precioso sendero acondicionado con puentes de madera, lavaderos y molinos de agua, algunos extraordinariamente reconstruidos.

Discurre por los ayuntamientos de Ribadumia (Barrantes) y Meis (San Martiño y A Armenteira), iniciándose al lado de la rotonda de Barrantes de la vía rápida de O Salnés, para terminar su recorrido en el marco incomparable del Monasterio de Armenteira.

El primer tramo, acondicionado desde hace años, es la ruta dos Muiños de Barrantes. Un trayecto de un kilómetro y medio, que nos muestra seis molinos restaurados.

El segundo tramo, de parecida distancia e idéntica dificultad, discurre ya en el ayuntamiento de Meis y nos muestra los molinos de serén, con catorce molinos y un lavadero, cada uno de ellos con un panel identificando con su nombre.

Además, la belleza de los molinos armoniza con el hermoso entorno natural donde se enmarcan.

El agua del río Armenteira y el verde de la vegetación, se funden con las construcciones de piedra.

A partir de aquí comienza el tercer tramo de la ruta, que tiene una dificultad media-alta en un recorrido de casi 5 Km. Es también la zona más espectacular y sorprendente, por sus treinta y tres molinos y el paisaje que ofrece, naturaleza en estado puro que nos acompaña hasta el Monasterio

DE FURANCHOS.

De dónde viene la denominación “furancho” es algo discutible, parece que se basa en “furar” (agujerear) el barril o pipote donde se almacena el vino. En las “Rías Baixas” existe la costumbre de hacer vino para autoconsumo, pero los años de buena cosecha el excedente se vende a particulares. Para comprarlo es habitual que el cosechero te ofrezca probar en una taza las distintas variedades que elaboró, para ello metía el grifo de barril (billa) y hacía un agujero en el mismo, o en gallego, furaba o pipote coa billa. De furar, furar… furanchos.

Os explico un poco cómo es un furancho. Es un local, en el que podemos beber el vino del bodegero acompañado de algo de comer. Una vez preparado el vino anunciaba el comienzo de la venta colocando en la puerta del ‘furancho’ una hoja de laurel. De aquí procede el nombre de ‘loureiro’, aplicado en algunas zonas al ‘furancho’.

Hay varias zonas en Galicia, pero la mayor concentración está en las comarcas de Cambados, Meis, Meaño y Ribadumia.

Los ‘furanchos’ únicamente abren una vez al año; es decir, el periodo de tiempo necesario para poder vender el vino, para beberlo allí o para llevarlo a casa. El vino por tanto es un vino joven y el furancho está abierto hasta que se acaba.

Poco a poco, buena parte de los ‘furanchos’ se ha convertido en establecimientos de hostelería, en los que, además del vino propio, se ofrecen tapas a precios económicos.

¿Qué aporta un furancho sobre un bar de precios populares? La convivencia vecinal. Las mesas son compartidas, llegas y te sientas, estableces conversaciones… es muy tradicional también cantar todos juntos (en especial después de probar el vino).

Los pequeños productores y bodegueros de vinos tienen identidad propia y, por ello, los ‘furanchos’ o ‘loureiros’ deben seguir formando parte del futuro del mundo rural.

bottom of page