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Jabaloyas (Sierra de Albarracín)

Contaban, que las brujas de Jabaloyas y las de su entorno se reunían a las doce de la noche en el cerro de Jabalón para celebrar sus aquelarres, desde donde partían después volando en sus respectivas escobas para embrujar a personas y ganados.

Otros creyentes contaban que a las brujas se las espantaba por medio de ciertos ritos y por el fuego, o también empleando objetos de simbología cristiana. Las amas de casa contaban también que por la noche antes de acostarse tenían la costumbre, para ahuyentar los maleficios de brujas, de amontonar el rescoldo del fuego para que aguantase encendido hasta el día siguiente, haciendo una o tres cruces con las tenazas en la ceniza, o dejando éstas abiertas en forma de cruz y pronunciando después un conjuro: “Si viene Dios, que vea la luz; se viene el diablo, que vea la cruz”. Otras ponían en la puerta de la casa una cruz de ruda (planta medicinal) para espantar a las brujas.

Afirmaban que las brujas trasmitían sus conocimientos maléficos mediante libros y papeles mágicos. Su misterioso contenido les concedía propiedades especiales y su posesión se llevaba tan en secreto que formaba parte de las herencias dentro de la familia.

Jabaloyas, pueblo de brujas, es el sobrenombre que en realidad surgió de la casualidad, producido por las mentes enfermizas y supersticiosas de unos arrieros.

La verdad de los hechos y las causas que motivaron la leyenda, por lo que cuenta la tradición se entiende, fue que con ocasión de celebrarse en épocas medievales una procesión penitencial nocturna a las doce de la noche por una de las cofradías religiosas, desde la iglesia parroquial hasta la ermita de los Dolores, en las afueras del pueblo, arribaron a Jabaloyas unos arrieros que coincidieron con esta procesión, viendo atónitos como un numeroso grupo de personas cubiertas con capas negras de pies a cabeza avanzaban en completo silencio en dirección a su encuentro, portando velas encendidas en formación procesional; comitiva inexplicable para los ingenuos arrieros que creyeron confundir al grupo fantasmal con un aquelarre de brujas, siendo tal el pánico e incomprensión que sin clarificar sus mentes ni pedir explicaciones, regresaron asustados al pueblo más inmediato donde contaron su extraña vivencia, colocando a Jabaloyas el sambenito de pueblo de brujas.

 

LEYENDAS DE LA CAZA DE BRUJAS DE JABALOYAS. -

 

Las brujas de Jabaloyas solían bajar al pueblo de Frías de Albarracín para robar el vino de las bodegas, un elixir, que, mezclado con hierbas, les permitía alcanzar el éxtasis. Penetraban en las bodegas a través de la chimenea, gustando de tomar, sobre todo, el vino del Tío Candelas, que poseía el mejor caldo de toda la localidad. La sucesión de robos le llevó a vigilar la bodega día y noche, tratando de atrapar al ladrón.

Una noche, mientras hacía guardia, vio llegar a unos seres volando sobre escobas que entraban por el tejado de su bodega. Asustado, pero con ganas de revancha, salió de su escondite y se acercó a la puerta para abrirla. Justo cuando abrió, acertó a ver cómo las mujeres se convertían en horcas. Se le ocurrió calentar el hierro de marcar las ovejas y aplicarlo a las horcas, dejándoles una señal. Al día siguiente, el bodeguero pudo ver cómo había varias mujeres en el pueblo señaladas por el fuego."

Jabaloyas
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