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La Galicia Céltica

Es común que al pensar en el pueblo celta se piense en Irlanda (o, a lo sumo, en Escocia). Sin embargo, existen ciertos estudios que indican que alrededor del año 600 a.C., la tribu celta conocida como Gallaeci llegó al noroeste de la península. Esto dio comienzo a lo que hoy es el pueblo gallego. Tanto es así, que Galicia es considerada la séptima nación celta junto con Irlanda, Cornualles, Isla de Man, Bretaña, Escocia y Gales.

Esta rica cultura celta se manifiesta de muchas formas en Galicia, desde pequeñas brujas, presentes por distintos puntos de la geografía rural gallega, hasta la gaita gallega pasando, cómo no, por los rituales paganos tradicionales, como el conxuro da Queimada.

Otra conexión entre Galicia y los celtas son el mundo mágico y espiritual que rodea a los celtas. Los gallegos, así como los celtas, venimos arrastrando una gran creencia por seres mágicos, entre otras cosas, para dar explicación a fenómenos de difícil explicación. Actualmente ya no es así, la ciencia y tecnología nos hicieron entender mejor el mundo, pero si tenemos presente y recordamos todas las leyendas 'mágicas' que rodean a Galicia (Serpes, Santa compaña, meigas, trasnos...).

Las pequeñas aldeas celtas contaban con diferentes tipos de viviendas, centros religiosos o lugares pensados para la defensa de los habitantes en periodos de guerra como los castros. Mientras que en zonas como Gran Bretaña, Irlanda y Galicia (Recordemos la conexión entre Irlanda y Galicia) predominaban las casas de estructuras circulares, en la Galia y otras regiones celtas eran ligeramente rectangulares.

El ritual de la queimada se puede llevar a cabo en cualquier momento del año, pero es más habitual verlo en la llamada «Noite meiga» (noche de brujas), el día 23 junio. Esta no es una elección azarosa, sino que es la noche más corta del año, momento en que tradicionalmente una gran cantidad de religiones paganas del mundo solían celebrar la victoria de la luz sobre las tinieblas.

Una queimada suele celebrarse entre amigos o en reuniones informales, aunque ahora son muchos los restaurantes que organizan sus propias queimadas gallegas para ofrecer a los visitantes la oportunidad de participar de un evento absolutamente único.

La queimada tiene su epicentro en una olla de barro, que representa a la Madre Tierra. Esta se llena con la «poción» (aguardiente de Orujo) para representar el elemento agua y las lágrimas de la Madre Tierra. Más tarde se le agregan granos de café, cáscara de limón, azúcar y manzana.

El maestro de ceremonias, que encarna el papel de un sacerdote druida, toma un cucharón de mango largo, lo llena con la poción y prende fuego el contenido para representar, a través de esta transformación, el elemento de luz.

Moviendo lentamente el cucharón dentro de la olla de barro, el «sacerdote» levantará una y otra vez el cucharón, derramando su contenido incendiado dentro de la olla. Con esto se crea un efecto de fuente de líquido ardiente azul y ámbar que hipnotiza cuando se recita el «hechizo». Los poderes especiales del encantamiento se confieren a través del fuego al líquido y luego a quienes lo beben.

Como decíamos, la analogía de la luz es algo recurrente en las distintas culturas paganas. En el caso de la queimada gallega, la idea de este ritual es distanciarse de los malos espíritus y acercarse a los buenos. De este modo, gracias a este conjuro, uno se animaría a arrojar cualquier pensamiento negativo, experiencia o idea en la olla durante la queimada para hacerla desaparecer. Esto permitiría a la luz de los buenos espíritus traer positividad a sus vidas.

A pesar de que su supuesto origen celta es bastante discutido, la queimada sigue guardando el misticismo y simbolismo de la cultura castrexa. Se dice que la queimada simboliza los cuatro elementos, la tierra, el agua, el aire y el fuego; que tenían gran importancia en las culturas antiguas. La tierra viene representada por el pote de barro cocido, el agua por el aguardiente y el aire por donde subirán y se multiplicarán las llamas. El fuego es, por tanto, el gran protagonista, ya que se supone que purificará las almas de aquellos que beban la queimada y que será el encargado de proteger a los consumidores de cualquier tipo de meigallo.

De hecho, el componente mágico se muestra en todo su esplendor cuando se pronuncia el tradicional conjuro: “Mouchos, coruxas, sapos e bruxas…”, mientras se realiza la queimada. 

3-La Galicia Céltica
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