Al parecer, en el s. XIII aparecen las primeras referencias acerca de personas que utilizaban la magia para realizar conjuros maléficos: atraer a hombres casados, provocar el fallecimiento de sus enemigos, conseguir beneficios económicos, etc.

En el siglo XVI, ya con la Inquisición establecida en España, se condenó a morir en la hoguera a numerosas mujeres acusadas de realizar brujería, o lo que es lo mismo: haber hecho un pacto con el diablo para hacer el mal.

En realidad, esas mujeres eran chicas sin ningún tipo de poder sobrenatural que fueron objeto de envidia, recelo y desconfianza por parte de sus vecinos. Un triste final, pues, aunque no entendían de magia negra, pagaron su vida por ella.

El término “meiga” ha ido evolucionando y hoy en día se considera una palabra con una connotación cariñosa, positiva, patriota…

Confieso con humildad que no sé si existen las “meigas” en Galicia, pero sé que allí vive la magia; esa que cada cierto tiempo me obliga a volver… y la que hace de Galicia una experiencia que hay que vivirla.

“Galicia es lo que vemos: la tierra, el mar, el viento… pero hay otra Galicia que va en el sentimiento…”