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Salvador de Coiro (Pontevedra)

La península de Morrazo es prolija en tradiciones nigromantes. De hecho, El Morrazo tiene como sobrenombre la península de las Brujas.

San Salvador de Coiro es una de las parroquias que conforman el concello de Cangas. Su iglesia destaca claramente por su magnífico gran torreón que sobresale por su tamaño descomunal sobre el resto del templo.

Se trata de una iglesia de origen barroco cuya torre fue construida en 1784. Presidido por el altivo campanario de la iglesia de San Salvador de Coiro, su territorio se difumina en la niebla de oscuras leyendas. Al parecer, era la propia campana del templo la que, sin que nadie la tañese, tocaba para convocar a las meigas. No es el impresionante templo encaramado en lo alto de una enorme escalinata lo único reseñable de los mitos que esconde El Morrazo.

En los alrededores se esparcen lugares que la tradición asegura son querenciosos para brujas, ánimas, aparecidos y santas compañas. Las playas perdidas de la península eran los más recurrentes, en especial el arenal Áreas Gordas y la de Melide, una de las más remotas de toda Galicia. Aparte de estas todavía hoy solitarias playas, El Morrazo desborda lugares cuya belleza raya la magia. Es el caso de los remotos acantilados de Cabo Home y la Costa da Vela, de la adormecida ensenada de Aldán.

La campana de esta iglesia se decía que tocaba sola, para convocar a las brujas todos los sábados para un aquelarre en la playa de Areas Gordas, donde las visitaba el maligno, poseyéndolas bajo la forma, reglamentaria para estos casos, de macho cabrío. Se indicaba que las brujas se reunían al pie de una fuente en el arenal de Coiro, y que la campana servía, además, para conjurar a las brujas y exorcizar a la "estadea" o "compaña" de ánimas del Purgatorio.

El padre Sarmiento visitó esta campana en 1745 subiendo por una escalera de mano a la torre de Coiro, de bello estilo colonial, para comprobar "in situ" este mágico elemento, plasmándonos sus sensaciones sobre este hecho:

Al parecer la cercana Playa de Coiro, en la zona conocida como "Areas Gordas", al pie de una fuente, las brujas celebraban un aquelarre, sobre todo la noche de San Juan, para llamar a las animas errantes de la zona. El protagonismo de la campana de la Iglesia de Coiro era el principal, ya que tañía para llamar a dicha reunión de brujería; dicha campana se hizo famosa porque "tañía sola", tal y como lo atestiguó el propio Padre Sarmiento en su libro "Viaje a Galicia" (1745), el mismo Padre dibujó unos símbolos que aparecían en la base de dicha campana, y que el mismo advierte como supersticioso y de protección contra las brujas, y que al parecer realizó el mismo campanero de Coiro.

Por cierto, desde la corte, reinando el católico Felipe III, llegó una comisión de doctores, técnicos en maleficios, ensalmos y brujerías, para informar sobre el escándalo de las meigas canguesas, quienes afirmaron haberlas visto volar, montadas en escobas, como pajarracos negros, hacia los arenales. Dicen que se untaban previamente con un ungüento mágico los dedos de los pies y de las manos, y que recitaban un raro padrenuestro antes de ponerse en juntanza con el macho cabrío Satanás."

«Las brujas de Cangas son una tradición muy especial dentro de la gran tradición brujeril gallega. Muchas de aquellas mujeres –de las que Cunqueiro asegura que no fueron más que pobres locas perturbadas por el asalto berberisco- terminaron sus días en los calabozos inquisitoriales, como la pobre María Soliña que cantó Celso Emilio Ferreiro en un poema que casi se ha convertido en canto nacional gallego».

Salvador de Coiro
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