Amboto (Bizkaia)
De todos los lugares que en el País Vasco tienen referencias a las brujas, el monte Amboto se lleva la palma. Más de 1.500 procesos contra sorgiñas, como aquí se las llaman, se emprendieron en el siglo XV en la comarca, colmando de leyendas todo lo que rodea a la mítica cima. Sobre todas destaca la de la Dama de Amboto.
Se trata de Mari, la diosa madre de los mitos vascos y representación de la madre naturaleza. Se la representa como una mujer de espectacular cabellera rubia a la que suele verse peinándose encaramada en la boca de su cueva, que se abre en lo más alto de la roca, los días que más luce el sol.
Cuenta la leyenda, según nuestros mayores, que desde hace muchos muchísimos años, incluso antes de que llegaran los romanos Mari ya existía en los montes de Euskadi. De los deseos y del humor de Mari dependía el clima en Euskadi, a ella era a quien le pedían y hacían ofrendas los pastores y labradores para que hubiera buenas cosechas y los animales rindieran en beneficio de sus amos, Mari es la madre tierra personificada.
Mari habita en su cueva de Anboto (Bizkaia) durante siete años, para luego mudarse a otros montes de Euskadi y volver otros siete años después, dicen que cada vez que se desplazaba de Anboto a otros montes se la podía ver cruzar el cielo con diferentes formas, podía parecerse al Arcoíris o parecer una gran bola de fuego con silueta de mujer o adoptar la forma de un árbol también. Era enemiga de la mentira, el orgullo y el robo, según cuentan Mari impartía justicia si se daba alguno de estos casos, decían que era tan dura con los hombres que hasta se bebía sus almas y que a quienes en su presencia negaban tener posesiones se las quitaba para que fuera cierto que no las tenían. Había tres cosas que nunca, nunca se debían hacer cuando se estaba con Mari, jamás te podías sentar en su cueva mientras ella te hablaba, ni siquiera habiéndote invitado a hacerlo ella misma, siempre se le debía tutear y por último se debía salir de la cueva de la misma manera en la que se había entrado (entrabas de frente y salías de espaldas).
Mari se representa como una bella mujer, de cabellos rubios muy largos y elegantemente vestida, casi siempre con largos vestidos verdes, y era común verla a la entrada de su cueva en Anboto, sentada al sol peinado su largo cabello con un peine de oro, acompañada siempre de un carnero, su animal preferido.
Hay varias historias sobre Mari, a mí me contaron una y es la que os voy a contar…
Había una vez una niña muy pobre que trabajaba de pastora para una familia muy rica en los alrededores del monte Anboto. Había estado todo el día con el rebaño de ovejas por el monte y cuando se disponía a encerrar el rebaño se percató de que una le faltaba. La niña, preocupada por lo que su patrón le pudiera decir decidió salir en busca de la oveja, y buscando y buscando se topó en el bosque con Mari, la niña al verla le preguntó.
- ¿Has visto a la oveja que he perdido?
A lo que Mari le contestó que sí, que su oveja estaba en la cocina de su cueva, que si quería recuperarla debía acompañarla hasta su cueva, y la niña aceptó y se fue hasta la cueva con Mari. Una vez allí, Mari le enseñó su oveja y cuando la niña se disponía a cogerla para marchar ésta le propuso un trato. Le dijo a la niña que si se quedaba con ella durante los próximos siete años en su cueva le daría bienes que le arreglarían la vida en forma de agradecimiento. La niña era muy pobre, no tenía familia y por lo tanto nada tenía que perder, por lo que aceptó quedarse en la cueva con Mari.
Pasaron los años, Mari enseñó a la niña a cocinar, a esquilar las ovejas, a tejer la lana, a trabajar el barro y la madera y siempre se portó muy bien con ella… habían pasado siete años ya y Mari recordó a la niña que si quería ya podía marcharse, ya había cumplido su parte del trato, la niña al principio pensó que para qué se iba a marchar si nada le faltaba allí, pero Mari le dijo que debía salir de la cueva para que ella pudiera cumplir con su parte del trato. Mari le dijo a la niña que debía salir de la cueva de la misma manera en la que había entrado, cuando la niña se disponía a salir Mari le dijo que cogiera unos trozos de carbón de la cocina y se los llevara con ella, le dijo que era su pago por haber cumplido con su parte del trato, la niña miró el carbón y confundida, decepcionada y triste a la vez salió de la cueva, de espaldas, caminando hacia atrás como Mari se lo había indicado…
Cual fue la sorpresa de la niña cuando al salir de la cueva vio como el carbón se convertía en ¡Oro macizo! Mari había cumplido con su promesa, le prometió que le daría una buena vida después de los siete años en la cueva con ella, la niña pudo comprar una buena casa con terreno para sembrar, pudo comprar un buen rebaño de ovejas y nunca más tuvo que trabajar para otros ni volvió a pasar hambre.