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La Virgen 
del Pilar

Lo cierto es que nuestro Santiago tras recibir el Espíritu Santo en Pentecostés, fue enviado a evangelizar.

Según la tradición, su destino fue Galicia cruzando en barco todo el Mediterráneo.

Al parecer, con su predicación en Galicia fundó una pequeña comunidad. Allí escogió, para que prosiguieran su misión, a los famosos “Siete Varones Apostólicos”, que fueron ordenados obispos en Roma y que a su retorno a España fueron acompañados por el mismo Santiago; siguiendo la vía tarraconense.

Aquel equipo de misioneros encontró tal resistencia y rechazo a su predicación conforme avanzaban hacia el noroeste por la cuenca del Ebro que, desalentados por la falta de frutos pese a sus denodados esfuerzos, sintieron la insidiosa y lógica tentación de arrojar la toalla y volverse por donde habían venido. Justo en esos momentos, intervino María.

Antes de su dormición y asunción, sobre el año 40 y “en carne mortal”, Nuestra Señora se apareció al atribulado grupo sobre una columna de jaspe en Zaragoza.

 Se cuenta que el templo se construyó justamente a partir del pilar donde la Virgen María se apareció al apóstol Santiago el 2 de enero del año 40 después de Cristo.

Hasta aquí, la leyenda aceptada por todo el mundo. Pero quienes conocen la historia, incluida la propia Iglesia y los más devotos saben que, en este caso, la Virgen no se apareció de cuerpo presente. "A diferencia de otras apariciones, como la de Fátima o la de Lourdes, la Virgen fue a Zaragoza cuando todavía vivía en Palestina". Dicho así, suena raro. Pero una jaculatoria no es más que una oración breve en forma de canción. Es muy típica del Pilar y es muy familiar para los zaragozanos. En ella se repite "Bendita y alabada sea la hora en que María Santísima vino en carne mortal a Zaragoza". Una vez más, la letra nos recuerda que la virgen vino. !no se apareció!. 

La Virgen del Pilar
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