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El Milagro de Calandra

Entre los muchos milagros ocurridos en el sagrado lugar donde la Virgen se apareció, sobresale el del cojo de Calandra, Miguel Juan Pellicer, este hombre le fue amputada una pierna en 1637 tras haber sufrido un accidente, se le coloca una pierna de madera. Hecho que fue documentado en el Hospital General de Nuestra Señora de Gracia, en Valencia. Se decide dar entierro a su miembro amputado, y a partir de allí su vida da un cambio rotundo. Se convertiría, debido a su condición de discapacidad, en mendigo.

Pedía limosnas, y con el dinero que juntó, pudo arribar a Zaragoza, era un deseo fervoroso que tenía, de visitar a la Pilarcita.

En los días sucesivos, siguió pidiendo ayuda, pero esta vez, en la puerta de la Iglesia del Pilar, aprovechaba así, para oír las ceremonias diarias, así como también, cada día iba al Camarín de la Virgen y se embebía el muñón con aceite de la lámpara, con la finalidad de aliviar sus dolores e impetuosamente, se encomendaba a María todos los días.

Años más tarde en 1640 un día, mientras soñaba que visitaba la basílica de la Virgen del Pilar, la pierna volvió a su sitio.

Créanlo o no, la Virgen regeneró la pierna del cojo Miguel Pellicer. Es el conocido “Milagro de Calanda”. De inmediato el Ayuntamiento de la ciudad solicitó del arzobispo Apaolaza el sello de calidad para el milagro, lo que fue certificado en abril de 1641. Poco después, el ex cojo Pellicer sería llamado a la corte por Felipe IV. 

Aunque las crónicas hablan de un milagro extraordinario, la restitución de una pierna a un amputado, para los historiadores Ángel Briongos y Antonio Gascón este suceso no es más que un mito forjado desde el poder, en un momento en el que a la ciudad le venía bien que esto ocurriera.

A la conclusión que han llegado estos dos historiadores después de haber consultado documentos de distintos archivos históricos es que la construcción de este mito, que tiene dos protagonistas claros -Miguel Pellicer, el cojo de Calanda y el vicario de Calanda que en ese momento estaba siendo investigado por la Inquisición- tiene un motivo, un cruce de intereses, con la lucha del clero como telón de fondo, ha indicado Briongos.

Para llegar a ello han consultado fuentes eclesiales que ya existían y que a lo largo de la historia habían sido "interesadamente mal leídas" para hacer creer una historia que no era cierta, hasta el punto de que más que del cojo de Calanda tendríamos que hablar del "pícaro" de Calanda, ha añadido Gascón.

Y pone como ejemplo, entre muchos otros, que la Iglesia no aportara ningún sacerdote testigo que confirmara haber visto al cojo en la puerta de la Basílica del Pilar pidiendo limosna, porque en ese momento a la institución le interesaba que el milagro se verificara, ha recalcado Gascón.

La historia está construida de "mitos", que trascienden más allá de los documentos y llegan a hacer sombra a la historia.

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