CODEX CALLIS IANVS
(El Origen del Camino)
Desde el siglo I a. C., durante el mandato del emperador romano Octavio Augusto se considera peregrino a todo aquel, que careciendo de la ciudadanía romana habita un territorio bajo su dominio y control; perteneciente a comunidades y territorios que establecen relaciones pacíficas con Roma.
Este es un requisito "sine qua non" para que sus habitantes puedan ser considerados "peregrinus" y no enemigos.
Peregrino, es el extranjero que mantiene vinculaciones jurídicas con los "cives" o ciudadanos romanos. A partir del siglo I son peregrinos, los ciudadanos de todas las comunidades indígenas del norte de Hispania, de la Galia y del Sur de Germania.
En el año 13 a.C. Julio César Augusto Octaviano, sobrino nieto de Julio César viaja a los territorios ocupados de Hispania. Llega a la ciudad de Lucus, nombre romano que significa "bosque sagrado" debido a la existencia de tribus celtas que adoraban al dios Lugh y lugar donde se atrincheraban dos legiones romanas al mando de su pariente, Paúlo Fabio Máximo.
Octavio decide fundar una ciudad perfecta donde se encuentra el centro del mundo, donde la luz es el reflejo de la Belleza y la Justicia. Facilitando por todos los medios, la afluencia de peregrinos a las tierras de Occidente. La ciudad fundada en el año 12 a.C. recibe, aún hoy, después de más de dos milenios, el nombre de Lugo, rey de los dioses.
Uniendo la herencia Caldéa, Celta y Grecolatina, el emperador propone un viaje iniciático lleno de dificultades y que culmina en las tierras del Fin del Mundo.
El Callis Ianus o Sendero de Jano, era un camino que se iniciaba el veinticinco de marzo, por ser este el primer día del año según la tradición mesopotámica y en esa noche, el planeta Venus se observa brillar en el horizonte marcando el antiguo Sendero de Anu y que marca la dirección del lugar donde se esconde el Dios Sol. Lugar donde se encuentran los misterios del Cosmos y a donde debemos dirigirnos, todos los hombres, para alcanzar la justicia y la paz. El viaje debía terminar alcanzando el destino, el día primero de los de agosto, de igual manera que la tradición celta marcaba esa misma fecha para reunirse en los bosques de Lugdunum y festejar su Lughnasad.
Para celebrar con alguna garantía tan largo y penoso trayecto, se solicitaba a los Caballeros romanos de la Orden Ecuestre, un salvoconducto que les protegía durante el viaje, además de poder utilizar los albergues, hospederías y hospitales que jalonaban la ruta.
Este salvoconducto era una concha de venera o vieira, molusco que según la tradición representa a la diosa Venus, protectora de Octavio Augusto y una señal que indicaba en el cielo el inicio del Sendero de Jano, por ello el Emperador la adoptó como símbolo protector de los peregrinos en dirección a su Ciudad Sagrada.
Los integrantes de los Collegia Fabrorum, (corporaciones de albañiles, maestros y arquitectos) construyeron templos toscanos dedicados a los Lares Viales, genios protectores de los caminos en la mitología romana y que se situaban en cruces de rutas o próximos a los puentes sobre los ríos, jalonando el Camino.
En el año 829 en el monte Libredón, con el milagroso descubrimiento por parte de Pelagio de un sarcófago que contenía unos restos óseos, posiblemente de al menos tres difuntos, se inicia por parte de la Iglesia una "apropiación" de restos, ritos y festejos, como ya hicieron los romanos siglos atrás.
Un año después, el Papa León III, ordena el culto a Santiago el Mayor en la lejana Gallaecia y se construye un primitivo templo con el sufragio de Alfonso II el Casto, rey de gran religiosidad y primer monarca peregrino a Compostela, que con este acto marca su posición y frente de lucha contra las invasiones árabes.
Pertenecerían realmente al Apóstol y sus discípulos, o se trataban de los restos del propio Prisciliano. Que Iban a conseguir un milagroso renacimiento espiritual en el corazón de las gentes de la época, que desde ese momento y de todos los confines de la tierra encaminarán su aventura a Compostela.
Ser Peregrino, era el único modo de viajar con seguridad, no solo por las ordenes de Caballería que se ocupaban de vigilar y proteger la Ruta, o la existencia de albergues, templos y hospitales que jalonaban el Camino, también, porque estos eran considerados personas sagradas
Peregrinar a los lugares considerados sagrados, era costumbre, tan antigua como la propia humanidad y reflejado en escritos medievales de distintas culturas, sería considerado, sobre todo por la religión católica y por las sociedades sincréticas, como un reflejo alegórico al camino que cada uno de nosotros realizamos en nuestra propia vida.
En la actualidad, el Camino a Santiago ha perdido parte de su antigua espiritualidad, era considerado un personal e individual camino iniciático, con un importante componente religioso. Los tiempos han cambiado, también las vestimentas, los modos y parece más un viaje de turismo. Es raro el peregrino que lo hace a la forma de la Tradición.
Será importante realizarlo con cautela, atención y respeto, tratando de aprender de todas las oportunidades que se nos presenten, de no hacerlo así, se corre el peligro de que él se ocupe de colocarnos donde nos corresponde.