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Prisciliano
y la
Astrologia

Sin embargo, no falta quien señala que Prisciliano podría haber sido el último mago druida y que, con toda probabilidad, fueran sus restos los que se hallaron en aquella tumba de piedra.

Prisciliano era un iniciado de profundas convicciones que aunaba el gnosticismo, el pitagorismo y el neoplatonismo. Tenía un profundo respeto por la naturaleza y consagraba las cosechas al Sol y la Luna, como se había hecho desde tiempos inmemoriales. Él y los suyos observaban los astros y hacían ceremonias nocturnas al aire libre, bajo las estrellas. Era un erudito y elocuente gallego, noble y rico, que llegó a ser nombrado obispo de Ávila. Sin embargo, empezó a predicar el ascetismo y atacar la conducta licenciosa de los clérigos en el año 379. Seis años más tarde, sería decapitado junto a algunos de sus discípulos.

En el año 396 se convoca un Concilio en Toledo en el que se obliga a los seguidores de Prisciliano a abjurar de sus ideas y “abandonar los errores de la secta”. Sin embargo, hay muestras inequívocas de que el priscilianismo pervive, como la presencia de clérigos con el pelo largo, lo que da lugar a la celebración de un nuevo concilio en Toletum en el año 400, en el cual se constata que once de los doce obispos de la Gallaecia eran priscilianistas.

No obstante, su doctrina arraigó, prueba de ello es que el papa Juan III convocó en el año 561 el I Concilio de Braga para intentar poner fin al priscilianismo con advertencias como ésta:

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A Prisciliano le interesaba tanto la sanación del alma como la del cuerpo. Y para ello estudiaba y enseñaba las bondades de la Melothesia, una rama de la medicina y la astrología según la cual cada miembro del cuerpo corresponde a un signo del Zodiaco.

Siglos más tarde, con el tono dogmático y amenazante característico de la Iglesia Católica, aún andaban imponiendo condenas para intentar erradicar el paganismo, como se recoge en esta cita del II Concilio de Braga (año 572):

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“Si algunos creen que los doce signos o astros que los astrólogos suelen observar están distribuidos por cada uno de los miembros del alma o del cuerpo y dicen que están adscritos a los nombres de los patriarcas, como dijo Prisciliano, sea anatema”.

“No les está permitido a los cristianos conservar las tradiciones de los gentiles ni festejarlas, ni tampoco tener en cuenta los elementos, el curso de la luna, o de las estrellas, o la vana falacia de los astros, para la construcción de su casa, o para la siembra o plantación de árboles, o para la celebración del matrimonio…“

Astrologia
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