Habría que darle al obispo Teodomiro el Premio Nacional de Turismo a título póstumo... La ocurrencia de Teodomiro tuvo lugar entre el año 813 y 830, con los musulmanes en la Península.

"Su idea ha pasado a la historia como 'la invención de Teodomiro'".

El obispo miró a Roma y fijándose en el éxito que suponía el peregrinaje a la supuesta tumba de San Pedro, decidió buscar una tumba en Galicia.

Cuenta la leyenda que en el 813 un ermitaño llamado Pelayo, vio una estrella posada en el bosque Libredón. Se lo comunicó a Teodomiro, y este certificó que esos huesos pertenecían al apóstol Santiago y a sus dos discípulos, Teodoro y Atanasio".

Con la ayuda del rey Alfonso II El Casto construyó sobre la tumba una pequeña iglesia que rápidamente logró atraer a una multitud de personas. Tiempo después, el caudillo musulmán Almanzor redujo toda la zona a escombros y sólo quedó intacto el sepulcro, lo que fue interpretado por los cristianos como un milagro.

A partir de entonces, se intensificó la llegada de fieles y Compostela fue creciendo como ciudad en torno al templo que guardaba los huesos de Santiago.

La fama de la ruta hacia el sepulcro del apóstol aumentó hasta alcanzar la escandalosa cifra de medio millón de peregrinos anuales en el siglo XII, uno de los mayores movimientos de masas que ha vivido Europa.