EL JUEGO
DE LA OCA
Cuenta la leyenda que un famoso maestro constructor pirenaico llamado Jacques fue llamado por el gran Hiram Abiff para encargarle la construcción del Templo de Jerusalén. De regreso a su casa en el Languedoc (lengua de Oc — ¿lengua de Oca?) crea una Fraternidad de Constructores que toma su nombre adaptándolo a las circunstancias. El nombre del Maestro Jacques se le atribuyen cualidades como “el más sabio”, “el que enseña” o “el Maestro Oca”. Esta fraternidad adopta la huella de la pata de una oca con el fin de ser reconocidos por sus iniciados. Se hicieron llamar “Los Jars” y fueron conocidos como los caballeros que montaban el caballo de la cábala, el caballo del saber, y también se decía que montaban cisnes.
Estos constructores inicialmente instalados en los pirineos franceses inician, a partir del Invento de la tumba del apóstol un camino basado en la construcción de edificios, iglesias y ermitas de oriente a occidente en las que dejan patente sus conocimientos orientales, traídos en principio por su Maestro Jacques, y posteriormente por los caballeros templarios, con los que mantienen una alianza en el saber alquímico y cabalístico de tal manera que incluso muchos templarios ingresan en la Fraternidad de Constructores y viceversa.
Es a partir de aquí, cuando se inicia una teoría que nos habla de la creación por parte de los templarios y constructores del Juego de la Oca, vinculándolo al Camino de Santiago. Se empieza a construir, a lo largo del Camino, dejando huellas por doquier de la presencia de los Compañeros Constructores a través de su simbología, vinculada inequívocamente con el Juego de la Oca (espirales, patas de oca, laberintos, el pozo, presente en casi todas las catedrales e iglesias) y se adopta la curiosa frase “devider le Jars” que significa hablar en el argot de los iniciados. Sin ir más lejos, el Camino principal en España se inicia en Somport y el primer pueblo que encuentra es Ansó (ansar), en el valle del mismo nombre, en cuya entrada se encuentra una oca junto a un caballo. Estamos hablando de la cábala. Muy cerca, en Siresa, en la iglesia de San Pedro existe parte de un laberinto iniciático construido para empezar en España el camino hacia Santiago
El Camino , nos ahonda en las verdaderas raíces paganas de dicha ruta (ahora religiosa) y sus conexiones con el juego de la oca, que, aunque sea considerado uno de los favoritos de los niños, en realidad esconde un montón de secretos y simbolismos totalmente reales, un mapa del Camino que creó hace siglos la Orden Templaría y que ha llegado hasta nuestros días reconvertido en un inocente pasatiempo infantil.
Antes de que se extendiera por España el cristianismo, el norte de nuestro país, quizás debido a sus fríos inviernos y sus aldeas escondidas entre montañas y bosques, era cuna de leyendas, mitologías y, sobre todo, cultos paganos llevados a cabo por las tribus que vivían aquí, las antecesoras de los celtas. Sólo en Galicia existían más de 50 tribus diferentes. Adoraban a diferentes seres mitológicos, dioses como el del Sol, el de los Muertos o las Diosas del Agua, muy veneradas en una tierra en la que la lluvia es una parte más del paisaje. Pero también contaban con animales sagrados, cuyo culto, curiosamente, compartían con otras civilizaciones como la egipcia, y uno de ellos era la oca, considerada el ave que los llevaría de camino al paraíso y con cuyas plumas fabricaban amuletos en contra de los espíritus malignos. De este modo, crearon dos rutas llamadas el Camino de las Ocas o Camino de las Estrellas, mediante el que buscaban recorriéndolo un reencuentro consigo mismos, una especie de limpieza espiritual ayudados por la naturaleza más virgen. El Camino de las Estrellas se realizaba de noche, ya que eran las constelaciones las que guiaban a los peregrinos; el Camino de las Ocas se hacía a la luz del día, cuando los caminantes seguían a las ocas que en el cielo volaban en sus viajes migratorios.
Cuando los Templarios llegaron a estas tierras, se encontraron, por lo tanto y nunca mejor dicho, la mitad del camino hecho. Como tantas veces en el pasado había hecho el cristianismo, adaptando figuras y dioses paganos a sus creencias propias (la mayoría de nuestras festividades religiosas actuales provienen de antiguas celebraciones paganas), reconvirtieron el Camino de las Ocas en el Camino de Santiago, dándoles a los peregrinos una ruta que ya gozaba de una respetable antigüedad, pero con la excusa de visitar la tumba de uno de los mayores representantes de la cristiandad, el apóstol Santiago. No se podían imaginar los Templarios que, varios siglos más tarde, esa ruta se habría convertido en uno de los negocios más fructíferos del turismo español.
Pero regresando al tema que nos ocupa, que no es otro que desgranar el gigantesco Juego de la Oca que se despliega a lo largo del Camino de Santiago, los Templarios, que como buenos cristianos que eran se dedicaban a proteger a los caminantes de bandidos y ladrones, crearon este mapa, basado en otros juegos de la oca más antiguos. Además, hay que reseñar que, gracias a la influencia francesa, en nuestro país vecino las ocas eran relacionadas con los nobles y eso es lo que eran los Templarios, nobleza franca. Sus propias leyes, que prohibían a los miembros del Temple los juegos de dados y el ajedrez, les obligaron a idear este “inocente mapa” plagado de simbología oculta. Una simbología que sigue muy presente: ¿sabías que el símbolo de la paz, ese que popularizaron los hippies, se inspiró en una pata de oca?
Si tenemos en cuenta que el Juego de la Oca representa impecablemente el Camino (los peregrinos, que serían las fichas, van superando diferentes pruebas hasta que llegan a su destino final), casillas como la de “de puente a puente” pueden encontrarse en los puentes reales de Puente la Reina y Puente Órbigo, la del Laberinto sería la zona de Las Médulas ya que los peregrinos suelen perderse allí , la Cárcel se situaría en el Valle de Valcárcel y La Posada no sería una casilla sino los propios albergues y los hospitales donde se atendía a los peregrinos. En La Posada, en el juego se te penaliza perdiendo turno; así los peregrinos tendrían presente que los albergues sirven sólo para dormir (de ahí su austeridad) y no ha de perderse el tiempo descansando.
El origen de la adaptación del juego se cree corresponde al momento en que la Orden Templaría consiguió tener bajo su gobierno los cinco reinos por los que pasaba el Camino (Galicia, Castilla, León, Navarra y Aragón). Los Templarios decidieron entonces crear esta guía de ida y vuelta para los peregrinos, una ruta donde se adueñarían de figuras como la Concha o Vieira, que en otras religiones había simbolizado la fertilidad femenina, y los Castillos Templarios simbolizarían las casillas de las ocas (“de oca a oca y tiro porque me toca” aunque también se cree que las ocas serían los puntos de partida y llegada en el tiempo que tardaba un caballo en hacer una jornada del camino, unos 60 kilómetros). Todo el tablero gira en torno al 9 y sus múltiplos, número sagrado templario (63 casillas (6+3=9), 9 naves en la Catedral de Santiago, 7 círculos de 2 ocas (7+2=9)). El 9 y sus correspondientes múltiplos (18, 27, 36, 45, 54 y 63) significaban la perfección. En cualquier caso, para los Templarios el Juego de la Oca era el resumen de la vida misma, las diferentes vicisitudes que el ser humano ha de sortear a lo largo de la vida para alcanzar el Edén. La casilla de La Muerte (que en el juego te envía a la casilla de Salida) representaría la obligación de volver atrás en el tiempo para arrepentirnos de nuestros pecados y comenzar desde cero. Y una curiosidad más: la casilla de Salida se representa con un mago o hechicero que inicia el camino acompañado de sus ocas. Las ocas, una vez más: ese símbolo de buena suerte, guardianas de los hogares que alertaban con sus graznidos de la llegada de intrusos.
La iglesia de Santa María de Eunate es uno de los lugares más misteriosos del Camino de Santiago. Situada en el interior de Navarra, en mitad del campo, las vieiras encontradas en sus muros demuestran que pudo ser un hospital destinado a peregrinos. Su nombre, Eunate, provendría de Ona Ate (la Buena Puerta), un paso obligado al mundo espiritual. Los enterramientos encontrados en los alrededores evidencian que más que una capilla, pudiera tratarse de un monumento funerario, pero aún más curiosas son las esculturas de machos cabríos con pentagramas, asociados al diablo (recordemos que el Temple fue acusado posteriormente de herejía). No menos extraña es la presencia de la Plaza de la Oca en plena ciudad de Logroño, donde los peregrinos pueden recorrer el tablero andando, de una manera real o las evidencias de que, en época celta, ya existía en Santiago un cementerio donde se enterraban muchos peregrinos.
El Camino de Santiago está lleno de símbolos que adrede esculpieron los maestres constructores para que sus enseñanzas fueran eternas. En las iglesias, conventos y monasterios es habitual encontrarse figuras de ocas representadas en sus muros e incluso en la iglesia del Crucifijo en Puente la Reina, la cruz que sustenta a Cristo tiene forma de pata de oca. En San Juan de Ortega (Burgos) su capilla, dos veces al año que corresponden con los equinoccios, un rayo de sol ilumina el capitel de su iniciación. En Palencia también podemos encontrar importantes enclaves templarios relacionados con el camino, como el hospital de peregrinos en Támara de Campos o la iglesia de Santa María la Blanca, ambas en Palencia. Esta última cuenta con una corriente telúrica y otra de agua subterránea que harían de su ubicación un lugar sagrado. Este río subterráneo iría unido también a la casilla de El Pozo, considerado un punto estratégico por sus aguas milagrosas.
Las huellas de los Templarios a lo largo del Camino de Santiago se cuentan por miles. Desde el cementerio medieval del pueblo de Noya, donde podremos encontrar hasta representaciones de pirámides, la iglesia templaría de Castrojeriz, la iglesia de Rabanal del Camino, el octágono perfecto de la ermita de Torres del Río, el asentamiento templario de San Esteban de Balbadelo, el pueblo de Villalcazar de Sirga hasta la cantidad de enclaves templarios diseminados en el área de El Bierzo en León pueden suponer atractivos más que suficientes para animarte a hacer el Camino de Santiago, dejando a un lado el factor religioso y dando mucha más importancia al histórico y esotérico, bajo nuestro punto de vista bastante más interesante.