La abadesa Berengaria
Este milagro jacobeo acontece en la localidad de Vila do Conde. Según dicen, durante muchos años la abadesa Berengaria estuvo al frente del Convento de Santa Clara. Sus comienzos en el puesto no fueron fáciles.
La leyenda del Convento de Santa Clara cuenta que, a finales del siglo XIV, la vida en el claustro estaba dominada por el placer y la desidia. Las monjas no cumplían con sus trabajos y tampoco respetaban las horas de oración.
En este entorno, la hermana Berengaria era una excepción. Ella seguía el ejemplo de las hermanas que la había precedido y se mostraba humilde y cumplidora. Cuando la abadesa que gestionaba el convento, en aquella época, murió, las monjas se vieron obligadas a elegir una nueva abadesa.
Ninguna de ellas quería otra compañera fuese la nueva abadesa, así que a pesar de que muchas se presentaron al puesto, cuando llegó el día de votar, muchas dieron su voto a la hermana Berengaria. Las monjas estaban seguras de que ella sería incapaz de desarrollar las funciones de abadesa y que, de este modo, conseguirían aplazar la asignación del nuevo cargo.
Sin embargo, cuando Berengaria supo que había sido elegida, decidió aceptar el puesto, a pesar de no haberse presentado voluntariamente. Las monjas del convento se burlaron de ella y le confesaron que solo habían tratado de ridiculizarla con los votos. Negándose, por tanto, a seguir sus órdenes.
Ante esta situación, Berengaria suplicó a las anteriores abadesas, cuyos restos descansaban en el convento, que le mostrasen obediencia. Cuenta la leyenda de la abadesa Berengaria, que en ese instante las antiguas abadesas se levantaron de sus tumbas y mostraron sumisión.
El resto de las monjas observó el milagro sorprendidas y se arrepintieron de sus burlas. Desde ese día acataron las órdenes de la nueva abadesa y la disciplina regresó al Convento de Santa Clara.
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El Gallo de Barcelos
Se había cometido un horrible asesinato en la villa portuguesa de Barcelos. ¿Quién era el culpable?
Algunos afirmaron que el día del crimen, un peregrino gallego pasaba por Barcelos rumbo a Santiago de Compostela y varias circunstancias apuntaban a su culpa.
El español, ante las acusaciones, proclamó su inocencia. Pero la gente le pedía pruebas para demostrar que así lo era, obviamente no pudo presentar ninguna.
Fue arrestado y condenado a muerte en la horca por el juez. El pobre hombre siguió alegando su inocencia entre lágrimas, todo era en vano. Como último deseo, rogó que lo trajeran nuevamente ante el juez. El juez estaba cenando en su casa con varios amigos, pero accedió a recibirlo.
El hombre volvió a declarar su inocencia. «—No hay nada que pueda hacer», respondió el juez. El peregrino alzó la vista y observó que sobre la mesa había un pollo asado. Al verse abandonado por su suerte, miró al cielo, señaló hacia la bandeja del pollo y gritó:
¡Es tan cierto que soy inocente, que ese gallo se levantará y cantará como prueba antes de que me ejecuten!
Todos rieron. La comida continuó y el hombre fue llevado nuevamente a prisión, a esperas de su condena.
A pesar del escepticismo provocado, el juez, decidió que el gallo (o el pollo) no se tocaría, era un hombre muy creyente y las palabras del peregrino aún sonaban en sus oídos.
A la mañana siguiente, mientras el hombre se dirigía a la horca, el juez se levantó de su cama y pudo contemplar en su cocina como un gallo, vivo, se paseaba y cacareaba sobre la mesa. Cuando el gallo vio al juez, cantó, en ese momento el juez abrió los ojos de par en par asustado, se calzó como pudo y salió corriendo de su casa.
El juez avisó a sus hombres y todos corrieron apresurados para evitar que ahorcaran al peregrino. Llegaron por poco, pero a tiempo. El gallego fue liberado, absuelto de sus cargos y se le permitió abandonar la ciudad.
LA LEYENDA DEL TXORI
Sucedió en la ciudad de Puente la Reina, lugar en que confluyen los dos Caminos que vienen desde los Pirineos: el de Somport y el de Roncesvalles.
En el puente de los peregrinos, aquel que fue mandado edificar por la reina doña Mayor, esposa de Sancho III el Mayor de Navarra, en un lugar de difícil acceso, había una imagen de la Virgen.
Desde el año 1824, los cronistas del pueblo fueron documentando las periódicas visitas de un txori (que quiere decir pajarillo en lengua vasca) que revoloteaba en torno a la imagen. Ante el estupor de los lugareños éste limpiaba con sus alas las telarañas que se iban acumulando en la imagen e incluso daba rápidas pasadas por la superficie del río para mojarse el pico y con éste lavar cuidadosamente la cara de la Virgen. Pocos en la villa dudaban de que se trataba de una acción milagrosa.
Las visitas del txori se convirtieron en una tradición anual, celebrándose la llegada del pajarito con el tañido de las campanas de la iglesia, celebraciones religiosas e incluso lanzamiento de cohetes. Tanto ruido y turbamulta no parecían ahuyentar al pajarillo que realizaba sus tareas de adecentamiento de la imagen ajeno a las mismas.
En el invierno de 1834 un destacamento de tropas del Ejército Real, comandadas por el Brigada Cristóbal Manuel de Villena, VI conde de Vía Manuel, estuvo estacionado en Puente la Reina para defender la población de algún posible ataque del ejército carlista del general Zumalacárregui. Con la periódica llegada primaveral del txori y sus evoluciones alrededor de la imagen de la virgen, se reanudó la habitual agitación de los pobladores, aún más nerviosos de lo habitual por ser en su gran mayoría de simpatía carlista. Tanta agitación le debió poner aún más nerviosa a las tropas gubernamentales, que eran conscientes de estar en una localidad que le era hostil. No tardaron en enterarse de las interpretaciones espirituales que se le daban al txori.
El joven conde (de 24 años) reaccionó declarando públicamente que aquellas interpretaciones pueblerinas era una superstición; declaración que acabó enfrentándole agriamente con casi toda la gente del pueblo. Para alejar al pájaro del pueblo Cristóbal Manuel de Villena llegó al extremo de disparar sus cañones al lado del puente. Aquel desafío a una firme creencia de los lugareños acabó generando disturbios públicos. Como respuesta, el conde de Vía Manuel ordenó el encarcelamiento de algunos notables de la localidad.
Unas dos semanas después del incidente, el día 19 de agosto, tuvo lugar la llamada Acción de las Peñas de San Fausto; durante esta, las tropas de Zumalacárregui derrotaron a los liberales del Barón de Carondelet.
Cuando éste estuvo a punto de ser capturado, su subordinado Cristóbal Manuel de Villena se sacrificó para proteger su huida; por ello fue capturado por los carlistas y trasladado a una prisión en el pueblo e Aranaz. Los altos mandos del Ejército Real reconocieron el gesto de valor del joven Cristóbal enviando a Don Carlos de Borbón una propuesta de canje; debido al reciente fusilamiento de un coronel carlista. Por esa razón el general Zumalacárregui, ordenó su fusilamiento el día 26 de agosto de 1834.
Cuando se conoció la noticia, los habitantes lo interpretaron como un castigo divino por haberse burlado y tratado de espantar al txori lo que aumentó aún más su celebridad y fama de ser una señal divina.
Acabada la guerra, el txori continuó volviendo. Están documentadas sus visitas entre 1840 y 1843; aquel año fue la última, pues las autoridades del gobierno liberal decidieron la demolición de la torre central del puente donde se albergaba la imagen de la Virgen. ¿Pudiera haber sido esta decisión motivada por la reputación del pajarito? ¿fue una represalia por el fusilamiento de Cristóbal Manuel de Villena? Lo cierto es que ante la falta de resguardo la imagen fue trasladada en solemne procesión a la parroquia de San Pedro, en cuyo retablo actualmente permanece. Eso sí, sin las visitas del txori.
EL PEREGRINO
FANTASMA
La ciudad de Santiago de Compostela está llena de extravagantes historias. Una de estas historias es la misteriosa Silueta del Peregrino que aparece, noche tras noche, en uno de los muros de la Catedral de Santiago de Compostela que da a la Plaza de la Quintana. Realmente existen dos versiones populares acercar de la identidad de este fantasma:
Dice la primera versión que se trata de un Clérigo de la Catedral de Santiago de Compostela que se había enamorado de una de las Monjas de San Paio de Antealtares. Éste le propuso a la monja escaparse por la noche haciéndose pasar por Peregrinos. En un primer momento ella aceptó, pero nunca acudió a la cita. Por lo que el Clérigo sigue esperando cada noche, a su amada, con su ropa de Peregrino.
Según la segunda versión el protagonista es un noble francés Leonard du Revenan. Se trata de un personaje siniestro y es que dicen que asesinó a su propio padre para heredar los honores. Lo descubre la justicia y lo envía a Santiago de Compostela como castigo. Aun así, durante su Camino de Santiago asesina a dos personas más. Cuando arriba a Santiago de Compostela no encuentra donde dormir, por lo que se dispone a pasar la noche pegado al muro de la Catedral de Santiago de Compostela. Su padre se le apareció en mitad de la noche y le perdonó por su asesinato, pero lo condenó a esperar eternamente, en ese mismo lugar, hasta que las almas de sus otras víctimas vinieran hasta Santiago de Compostela, para ofrecerle misericordia.
Sin embargo, la realidad en este caso resulta más prosaica y la sombra se reduce a una casualidad. El pilar de piedra que protege la toma de tierra del cable del pararrayos de la catedral proyecta una sombra con el perfil del peregrino.