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El Camino de Santiago no está completo sin ir a Finisterre. El antiguo Fin del Mundo, Fisterra en gallego, espera junto al mar a todos aquellos peregrinos que desean continuar su aventura unos días más. Además, es posible extender el viaje incluso un poquito más llegando hasta Muxía, otra localidad costera que supone el punto final del Camino para muchos peregrinos.

Hasta el final de la Edad Media, la Costa da Morte era el último reducto de tierra conocida. El lugar por el que los pueblos prerromanos creían que las almas ascendían al cielo. Un espacio mítico y simbólico que dejaría boquiabiertos a los conquistadores romanos cuando viesen desaparecer el sol detrás del inmenso océano. Desde entonces, el extremo del cabo de Fisterra magnetiza por igual a cada visitante.

El Camino jacobeo de Fisterra y Muxía es la plasmación más fiel de ese histórico grito del peregrino, que exclama ¡Ultreia! (“¡Vamos más allá!”), mientras que otro le responde ¡Et suseia!  (“¡Y vamos más arriba!”). Pues es efectivamente más allá de la meta en Compostela —después de haberse postrado ante los restos del apóstol Santiago— cuando muchos peregrinos deciden conocer este fin del mundo, y no dudan en superar los sacrificios de las duras jornadas pasadas para caminar ahora, al menos, cuatro o cinco días más.

La historia de esta ruta ha sido una mezcla de paganismo y posterior proceso de cristianización. A partir del siglo XII, el Códice Calixtino ya vincula este Camino con la tradición jacobea. Además, dos de las devociones religiosas más populares de Galicia tienen en Fisterra y Muxía su sede: el Santo Cristo de Fisterra —del que el licenciado Molina (s. XVI) afirma que “acuden a él los más romeros que vienen al Apóstol”— y el santuario de la Virxe da Barca de Muxía.

El doble topónimo del Camino —Fisterra y Muxía— nos indica que son dos los destinos últimos de este —llamémosle— final después de la meta. En el lugar de Olveiroa, el Camino se bifurca: podemos llegar primero a Fisterra a través de Corcubión, o bien a Muxía. Sea cual sea nuestra decisión, es obligado caminar luego entre las dos villas en un trayecto impresionante de luz y naturaleza en su máxima expresión.

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