El Camino Francés es el más documentado, existiendo ya desde el año 1135 archivos manuscritos en el Códice Calixtino, cuyo “Libro V” supone la primera fuente de información de la riqueza cultural, religiosa e incluso turística, que los caminantes podían encontrar en cada uno de los tramos que separaban la tumba del apóstol de las principales capitales de la Europa de la época.
El Camino Francés o la ruta de las estrellas, es el Camino de Santiago por excelencia. Partiendo de Saint Jean Pied de Port, es un viaje de casi 800 kilómetros hacia el oeste, con la Vía Láctea que acompaña desde el cielo y la esencia de una ruta milenaria desde la tierra, y que no son otra cosa que la huella que dejaron nuestros antepasados, cuya meta era alcanzar la eternidad, allá en el «fin de la tierra».
«Las puertas del Camino se abren a todos, enfermos y sanos. No sólo a católicos, sino aun a paganos, a judíos, herejes, ociosos y vanos; y más brevemente a buenos y profanos»
Los peregrinos recorren las provincias de Navarra, La Rioja, Burgos, Palencia, León, Lugo y A Coruña. Para una media de 20-25 kilómetros diarios, suelen emplearse unos 30 días en llegar a destino.
La ruta comenzó a ser señalizada con flechas amarillas en los años 80, gracias al esfuerzo del párroco de O Cebreiro, Elías Valiña, y de la Asociación de Amigos del Camino de Navarra. A ese primer símbolo se superponen ahora los mojones kilométricos y las señales institucionales de las distintas regiones.
Roncesvalles – Pamplona – Puente La Reina – Estella – Logroño – Nájera – Santo Domingo de la Calzada – Burgos – Castrogeriz - Carrión de los Condes – Frómista – Sahagún – León – Astorga – Ponferrada y entran a territorio gallego por O Cebreiro – Samos – Sarria – Portomarín – Palas de Reis – Melide – Arzúa – Santiago de Compostela.