En la pequeña población orensana de Bande se encuentran los restos de un campamento militar romano que, de vez en cuando, desaparece bajo las aguas
El embalse de As Conchas con sus constantes subidas oculta gran parte del año uno de los yacimientos arqueológicos de origen romano más importantes de Galicia. Conviene, pues, visitarlo en verano, fuera de temporada de lluvias, para disfrutar de un enclave en el que reposan los restos de este gran legado romano, fruto de su paso por la antigua Gallaecia.
Estamos en la Baixa Limia, donde en tiempos de Décimo Junio Bruto sus legiones cruzaron el río Limia y marcaron con numerosos miliarios su recorrido por la Vía Nova o Vía XVIII, que comunicaba Bracara Augusta (Braga) con Asturica Augusta (Astorga).
No muy lejos, estos ejércitos dejaron una huella indeleble en el conocido como Aquis Querquennis, un campamento militar situado en una zona clave para el control de estas tierras y considerado como uno de los más importantes excavados en la Península Ibérica. Datado en el s. I, se sitúa a las orillas del río Caldo, en Porto Quintela, en las inmediaciones de unas termas sin duda aprovechadas sabiamente por los invasores romanos.
Cuando se tiene la suerte de visitar el yacimiento se contemplan dos secciones: el mismo campamento militar y la mansión viaria, que funcionaba como una especie de hotel para viajeros en tránsito. Una muralla, en reconstrucción, rodeaba casi al completo la villa y en el mismo campamento se disponían también murallas, torres, puertas y un foso de hasta 4 metros de profundidad.
Aquis Querquennis es el reflejo de las magníficas cualidades del Imperio Romano para la arquitectura y la distribución de los distintos edificios. Por una parte, estaba el almacén de cereales para abastecer a los soldados, llamado “horrea”, con suelo de madera y pilotes para elevarlos del suelo y protegerlos así de los roedores, como en el sistema actual de hórreos gallegos. Aquí se guardaban los alimentos no perecederos, desde cereales y leguminosas secas hasta las carnes saladas, vinos y grasas.
Por otra, los barracones donde dormían las tropas, “strigia”, normalmente pequeños habitáculos pensados para dos personas, entre los que destacaba el dormitorio del centurión, mucho más lujoso que los anteriores. Cada barracón vendría a ser el albergue de una centuria de soldados juntamente con sus mandos respectivos, en total unos 85 hombres.
Ya cerca del embalse se encontraba el hospital o “valetudinarium” dispuesto como si fuera una domus (vivienda) romana típica, que se ubicaba allí para sacar partido a las supuestas propiedades curativas de las aguas de la zona. No sólo los romanos creían en las cualidades del agua, pues todavía hoy mismo son muchas las personas que acuden a las antiguas termas romanas, gratuitas, al aire libre y con distintas temperaturas, para beneficiarse de ellas.
El padre Sarmiento en su recorrido por tierras de Ourense en 1754 visitó los baños y dejó constancia de ello en estas palabras: “…Los baños… son de agua caliente que burbujea y mana en un estanque cuadrado con escalera. Alrededor, casitas de pobres para sudar. Cerca de los baños se descubren piedras labradas y oí que allí se encuentran en muros y edificios varias piedras con letras…”.
Presentan una temperatura de surgencia de 48ºC. Son aguas claras, transparente y de débil mineralización. En las pozas donde se acumulan adquieren un color verde azulado por la proliferación de algas típicas de estas aguas hipertermales. Su composición es bicarbonatada-sódica, fluorada y litínica.