El Olimpo de los dioses celtas y los guerreros de piedra
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Y será en la cima del mencionado Pindo, al que "... le convierte admirablemente el nombre de monte Pindo y creo que será antiguo y que se le habrá puesto a imitación del Pindo de la Grecia", donde el intelecto popular sitúe el Olimpo de los dioses de los invasores celtas. La sierra de O Pindo es un accidente montañoso de carácter rocoso que presenta muchas dificultades para el viajero que la quiera recorrer a pie, y que cae abruptamente al mar. Está situada en el ayuntamiento de Carnota, una localidad marinera con topónimo celta, pues "carn" significa "piedra", conocida por el arenal que discurre por su costa que tiene a gala ser el mayor de Galicia con sus siete kilómetros de largo. Al norte del macizo de O Pindo desciende al mar un río, el Xallas, que hasta la construcción de la central eléctrica desemboca sus aguas directamente al océano en una cascada de más de cien metros de altura, acontecimiento único en Europa
... cae no haciendo salto o catarata, sino precipitándose y haciendo cascada y haciendo un pozo de inmensa profundidad, y peligroso y levantando como un monte de espuma pues el Ézaro lleva mucha agua.
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Padre Sarmiento
Allí, al pie del fin del mundo conocido, descansarían los dioses y hacia este lugar irían las almas de los guerreros muertos en la batalla. El propio monte, en realidad una sucesión de agrestes cimas, desde siempre ha ejercido una atracción especial en el folclore local, alimentando leyendas y ubicando en él lugares mágicos relacionados con sacrificios, fertilidad y muerte, pero también con fabulosos tesoros como el de la misteriosa Reina Lupa, ligada, como veremos, con la traslación del cuerpo del apóstol Santiago al lugar de su definitivo enterramiento: Copostela. La curiosa morfología del roquedo ha adquirido en la mentalidad popular formas antropomórficas y es abundante la identificación de éstas con representaciones humanas. Así, la visión de la cima del Pindo nos presenta multitud de antiguos guerreros petrificados que han encontrado en sus alturas la última morada teniendo como eterno compañero al crepúsculo.
En las Rías Baixas la península de Bardanza es un promontorio montañoso que separa las rías de Muros-Noia y Arousa, resistiéndose a morir en el océano formando una postrera estela de islotes conocidos como islas Sagres que, junto a la isla de Sávola, protegen la ría de Arousa del embate oceánico en su ribera norte. Barbanza es un territorio de poblamiento primitivo que presenta un importante patrimonio arqueológico y abundante folclore ligado a sus pobladores más antiguos. En estas tierras no sólo han dejado un enorme patrimonio pétreo sino innumerables mitos y leyendas, una de las cuales relaciona la formación de este pequeño archipiélago en torno a Sálvora con la penetración de los pueblos celtas que llegaron por el mar.
En el principio de los tiempos, este territorio estaba bajo la protección de un encantamiento que frenaba los posibles deseos de conquista de los pueblos belicosos ya que aquellos que se arriesgasen a ignorarlo quedarían convertidos en piedras. Mas la osadía de los celtas tuvo su justo premio al cumplirse el encantamiento salvándose sólo uno de sus jefes, Saefes, que para evitar sufrir el mismo destino que sus tropas se casó con Forcadiña, la hija del jefe de los oestrimnios, pobladores de estas tierras, teniendo un hijo al que llamaron Noro. Descubierta la treta, el hechizo se apoderó de la pareja y de su hijo. Saefes quedó transformado en el peñasco conocido como "Home de Sagres" con la lengua rajada en siete pedazos (las conocidas como "Sete língoas"), corriendo su mujer e hijo la misma suerte al convertirse para la eternidad en los islotes de Forcadiña y Noro.
Pero no está sólo Saefes en su hechizo ya que todo su ejército lo acompaña, convertidos en peñas e islotes, esclavos del encantamiento hasta el final de los tiempos.
En el Pindo podréis conocer las fábulas que han ido surgiendo a lo largo de los siglos: historias de tesoros, de hadas, de ritos mágicos, de rutas secretas… que alimentan la magia del lugar. Y es que es cierto que el lugar se presta a ello, con cuevas donde se dice que habitaban criaturas mágicas o con las pías, bañeras naturales donde cuenta la leyenda que se hacían rituales celtas. Un lugar para no perderse y recordar para siempre.
La geomorfología del monte Pindo, caracterizada por relieves en cuencos de granito, inspiró las historias y leyendas locales. Algunas giran sobre el río Xallas, ya que su cascada del Ézaro arroja sus aguas directamente sobre el agua salada del mar. En este cerro se han encontrado restos arqueológicos, como petroglifos, herramientas de bronce y los restos de una supuesta ermita antigua.
En el siglo X Sisnando (obispo de Iria Flavia) ordenó la construcción del Castillo de San Xurxo en los bordes de la montaña como protección contra los ataques de los piratas medievales. Varias familias nobles gallegas la habitaron hasta que el castillo fue destruido en 1467 en las revueltas de Irmandiñas. En este entorno existían otros dos castillos, Canedo y Peñafiel, pero de ellos solo queda en la documentación medieval y no se conservan restos materiales decisivos sino una inscripción en latín sobre una piedra aislada:
“Reis, bispos, presbíteros, todos por poderes recibidos de Deus, excomungaron aquí este Castelo”
“Reyes, obispos y presbíteros alejen a todos de este castillo y lugar bajo pena de excomunión”
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Esta inscripción se refiere a la excomunión que monseñor Gelmírez lanzó contra el conde de Traba en 1130, por haber hecho prisionero en su castillo al arzobispo de Trastámara Arias Muñiz.
El historiador José Barreiro Barral sitúa en la cumbre del Penafiel un ara de sacrificios de la tribu celta de los supermáricos. Aunque tal vez se trate de una de las míticas aras sextianas que Plinio había ubicado también en los confines de la Gallaecia. Estas piedras de culto fueron el homenaje que en el año 19 a.C. quiso tributar el general romano Sextius al emperador Augusto, y permanecen hasta el presente envueltas en un halo de misterio.
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Las piedras del Monte Pindo
Cuenta la leyenda que la disposición de las piedras del monte, en vertical y con formas que recuerdan a personas, son en realidad los espíritus de los druidas y héroes celtas que para permanecer toda la eternidad en este mágico monte tomaron forma de piedra. De ahí el nombre de Olimpo Celta por el que es conocida esta mole granítica.
En todo este conjunto de piedras llama la atención una, la que más sobresale y a la cual se ha bautizado como druida. Dicen al colocarte frente a ella y hacer una pregunta aparecerá en la mente una respuesta a lo que se estaba preguntando.
Agua Bendita
Otra de las leyendas que aparecen en torno al Monte Pindo está relacionada con su agua.
En A Moa (el punto más alto del monte) aparecen varias pías (o cazuelas) fruto de la descomposición química del granito en las cuáles se acumula el agua debido a su profundidad.
Según la leyenda después de una gran tormenta el agua que se queda depositada en estas pías está bendecida por los dioses y tiene propiedades mágicas. Si se recoge agua de siete pías distintas las propiedades de esta son aún más fuertes y para que esto funcione se debe recoger el agua con las manos y de rodillas mirando al oeste.
Otras historias cuentan que en este misterioso lugar se hacían rituales celtas y que los matrimonios estériles acudían a la cumbre del Monte Pindo para tener descendencia.
A Cova da casa da Xoana
En este mismo monte se encuentra una cueva de acceso complicado llamada “Cova da Casa da Xoana” la vinculación de esta cueva con mitos y leyendas es tan interesante como misteriosa.
Cuenta la leyenda que hace muchos siglos las meigas hacían aquelarres durante la noche de San Juan y que al finalizar estas brujas gallegas se montaban en sus escobas para recorrer este maravilloso paraje volando sobre ellas.
Pero además de esta existen también otras leyendas alrededor de la Cova da casa da Xoana,.
Según estas historias mitológicas, a esta recóndita cueva acudían multitud de lugareños para buscar remedios que les quitaran maldiciones como “los aires de espíritus” que por allí vagaban. Por otro lado se cree que además de espíritus las mouras habitaban entre las rocas y desde allí intentaban enamorar y persuadir a alguna de las personas que pasaban por allí.
La Reina Lupa
Otras leyendas cuentan que las piedras con forma de gigantes que se encuentran llegando a la cima del Monte Pindo son en realidad unos guerreros que defendían hace algunos siglos a la Reina Lupa, una reina que controlaba los montes situados en las regiones de Finis Terrae, considerado el fin del mundo en esa época, donde ella habitaba.
Aparte de la belleza natural del Monte Pindo, alrededor de él se puede disfrutar también de municipios y lugares con un encanto excepcional.