(1425-1483)
El mariscal pardo de cela nació en el año 1425 en la comarca do Valadouro, un hermoso valle en el norte de la provincia de Lugo. La Galicia en la que nació el futuro mariscal estaba a años luz de la imagen que hoy tiene nuestra tierra de gente pacífica y paciente; se empezaban a manifestar evidentes signos de descomposición social y política, todo ello unido a un aislamiento del poder real, ya que hacía muchos años que los reyes castellanos no visitaban Galicia. Su padre se llamaba Juan Nuñez Pardo y era un noble de segundo rango bajo la protección de la poderosa casa de Andrade, y su madre, Teresa de Aguiar, también era de buena familia, aunque venida a menos. Esta familia tuvo dos hijas y dos hijos. Realmente poco sabemos de los primeros años de vida de este personaje, pero debió formarse en las armas dado el ambiente revuelto de Galicia y de toda la corona de Castilla en aquellos años, sin embargo la situación gallega era especialmente preocupante ya que el mismo papa Calixto III en una carta a mediados de siglo decía lo siguiente: "A tanto ha llegado la avaricia y perversa voluntad de muchos hombres en el reino de Galicia, que a manera de facinerosos alquilan con dineros y dádivas a otros para derramar la sangre inocente y matar alevosamente a eclesiásticos y seglares, a fin de apoderarse de sus haciendas y moradas, o por sí mismos talaban y robaban de noche y con asechanzas, y llevaban cautivos a labradores y colonos quienes, para conservar la vida se veían precisados a abandonar los bienes en que tenían sustento, arrebataban los ganados y jumentos para obligar a los dueños a que entregasen lo que mejor les placía, o les llevaban a los hijos y gente de casa o les cortaban los dedos y otros miembros del cuerpo; quebrantaban las iglesias para despojarlas de su mobiliario y hacían otras muchas maldades que por la ausencia del monarca y de los señores temporales y por la parcialidad o impotencia de los jueces quedaban sin represión ni castigo. Años más tarde esta situación de enfrentamientos civiles vino a empeorar con la llegada al arzobispado de Santiago de don Alonso de Fonseca, natural de salamanca, el cual era más señor guerrero que dirigente religioso, a su llegada se negó a renovar los privilegios que los señores de Altamira, los Moscoso, tenían en dicho arzobispado. Por todo esto el señor de Altamira, Bernal Yañez de Moscoso empezó una confrontación abierta y dura contra el arzobispo Fonseca, consiguiendo hacerlo prisionero en una emboscada en la villa de Noia. Mientras se juntaba el rescate solicitado, Bernal Yañez de Moscoso puso cerco a Santiago y en dicho cerco encontró la muerte cuando un ballestero del arzobispo le atravesó la garganta, cuándo se hallaba en primera línea, muriendo a los pocos días. Mientras sucedía todo esto Pardo de Cela seguía luchando para conseguir su gran meta: ser un gran señor de Galicia. Para lograrlo se casó con una hija del conde de Lemos, el principal noble gallego, y posteriormente casó a sus hijas con dos nobles de casas muy respetadas, Pedro Bolaño Ribadeneira y Fernan Áres de Saavedra, los cuales le aportaron apoyo político y militar. Pardo de Cela consigue hacerse con una importante fuerza militar, unas 50 lanzas, según dice la crónica de vasco Daponte de principios del siglo XVI, así como varias fortalezas, sin embargo, tiene problemas al intentar crear una base económica importante para apoyar sus intereses, la cual no tenía. Por todo ello va incrementando su intervención en el obispado de Mondoñedo, usurpando rentas que no le correspondían e intentando poco a poco adueñarse de la villa de Viveiro, rica y con un magnifico puerto. Juntamente con estos problemas económicos su ascenso le va a ir creando nuevos enemigos, envidiosos de su fortuna. Finalmente, las continuas guerras entre los señores y los robos, y crímenes que se hacían desde algunas fortalezas provocó la revuelta de los irmandiños (1467), en ella fueron derrocadas la mayor parte de las fortalezas gallegas, entre ellas varias de Pardo de Cela, y muchos señores, no todos, tuvieron que exiliarse para salvar sus personas. Pardo de Cela, unido fuertemente al conde de Lemos buscó protección fuera de Galicia, seguramente primero en Ponferrada y cuando allí llegaron los irmandiños más al oeste, posiblemente junto a su suegro en los dominios de los señores de Astorga. Una vez vencida la hermandad, aunque no totalmente, en 1469, los señores sin aprender nada de lo sucedido volvieron a reedificar bastantes fortalezas y retornaron a sus guerras incluso con mayor energía. En cualquier caso, los irmandiños habían hecho mucho daño en las propiedades del Mariscal e incluso habían matado a su hermano, con lo cual no les tendría, lógicamente, una gran simpatía. Una coalición de nobles, entre ellos Pardo de Cela, Gomez Perez das mariñas, Diego de Andrade, Pedro Alvares de Soutomaior etc., derrotaron al arzobispo Fonseca y sus partidarios en la batalla de Altamira, y en la euforia del triunfo algunos se proclamaron condes y otros mariscales, como fue el caso de Pardo de Cela y Suero Gomez de Soutomaior. Tras estos sucesos viene una época dorada en la que el mariscal se convierte efectivamente en gran señor, pero mantiene una débil base económica a pesar de que ya tiene gran poder en la villa de Viveiro y obispado de Mondoñedo. En este momento dorado se permite desafiar al mismo señor de Andrade, Diego, intentando construir una fortaleza en Samarugo, en la zona de influencia de la casa de Andrade; esto supone un primer revés al mariscal ya que la reacción de este gran señor le obliga a desistir de construir dicha fortaleza. Un segundo revés le viene del lado de su suegro el conde de Lemos, con el que se enfrenta para apoyar a Fernan Dias de Ribadeneira en la construcción del castillo de sobrada de Aguiar; en este caso se produce un fuerte enfrentamiento armado que termina con el mariscal prisionero del que era en ese momento su yerno, Galaor Osorio, partidario del conde de Lemos. Estas guerras de fines del siglo XV son muy complejas y los cambios de bando muy frecuentes, de hecho, en los años siguientes Pardo de Cela se vuelve a acercar a los condes de Lemos y Monterrey que en estas circunstancias se vuelven aliados de su antiguo enemigo el arzobispo Fonseca. En 1476 sobreviene la guerra civil y peninsular entre los reyes católicos y la princesa Juana, llamada injustamente la Beltraneja, apoyada por el rey de Portugal, Alfonso. En Galicia solamente apoya con decisión al bando portugués el vizconde de Tuy Pedro Alvares de Soutomaior, Pedro Madruga, el conde de Lemos y el arzobispo Fonseca a los reyes católicos y el resto se mantienen indecisos a la espera de cómo evolucionen los acontecimientos. Pardo de Cela, pese a lo que se ha dicho y se sigue diciendo desde publicaciones carentes de todo rigor histórico, no apoyó la causa de doña Juana, y tan sólo se le puede acusar de escaso entusiasmo en su apoyo a la reina Isabel, sin embargo, participa con otros muchos nobles en el cerco al vizconde de Tuy, Pedro Alvarez Soutomaior, en Pontevedra. En este gran cerco este mismo Pedro Alvarez, amigo antiguo del mariscal manda que no se dispare sobre sus antiguos camaradas (Andrade, Pardo de Cela, etc.) porque sabía que venían de mala gana al cerco, (según relata vasco Daponte en su obra, la cual pese algunos errores es relativamente fiable). Se ha comentado por algún autor la presencia del Mariscal en la batalla decisiva de Toro (1476) entre castellanos y portugueses, pero no existe ninguna prueba a este respecto y no se dé donde han sacado esta información.
En 1480 los reyes católicos, deciden a acabar con la anarquía en Galicia, para ello establecen una hermandad en dicha tierra para acabar con los delincuentes y envían a Fernando de Acuña, y conseguir que los señores vuelvan a pagar rentas a los reyes, cosa que no hacían desde hacía muchos años. El primer enfrentamiento del virrey fue con el arzobispo Fonseca y llamados todos los señores gallegos para apoyar a dicho virrey Acuña para sitiar la catedral, no se presentaron ni Pardo de Cela ni el conde de Lemos, ambos en buena relación en ese momento con el arzobispo. Aquí empieza a agravarse la relación del mariscal con el virrey juntamente con la oposición de los habitantes de Viveiro a su autoridad en dicha villa y las acusaciones de la tierra de Mondoñedo referentes a malos tratos y usurpación de rentas; finalmente los reyes reclaman al mariscal su presencia en la corte para responder de las acusaciones, pero el mariscal no se presenta, no sabemos si por miedo o por desprecio. Uno de los motivos principales de la ruina de Pardo de Cela es cuando decide apoyar a su suegro el conde viejo de Lemos en su asedio del castillo de Lugo, en manos de los reyes, ya que dicho conde se sentía agraviado porque se lo habían quitado a su hermano el obispo de Lugo. Esta rebelión del de Lemos indigna a los reyes de tal manera que don Fernando el católico se dirige con un pequeño ejercito sacado apresuradamente del frente de Granada para castigar a dicho conde, sin embargo, cuando llega a Astorga se entera de que ha muerto el conde de Lemos que ya era muy mayor. Por esta misma época los reyes instan en la corte a don Fernando de Acuña que pacifique Galicia lo antes posible tomando las medidas que sean necesarias. El mariscal queda ahora sin el apoyo de su poderoso suegro y se ve prontamente cercado en la fortaleza de A Frouseira, inexpugnable nido de Águilas del que aún se conservan restos, el cerco es duro y sangriento, siendo dirigido especialmente por el capitán Mudarra. La constancia de la dureza del cerco nos la confirma un documento de principios del siglo XVI de una iglesia de la zona de esta fortaleza en cuyo libro parroquial constan las misas del Capitán Mudarra dejo pagadas para las almas de los muertos en el cerco de dicho fuerte. Al cabo de algunos meses se llega a un acuerdo entre los contendientes tras el cual el mariscal se retira en paz a su castillo cercano de Castrodouro y el virrey destruye la Frouseira. A pesar de este acuerdo, del que habla el cronista Diego de Valera, el virrey Acuña por motivos no bien aclarados y aparentemente traicioneros, sale secretamente de la villa de Sarriá con cien lanzas y 20 peones dirigiéndose a marchas forzadas hasta el castillo de Castrodouro. Una vez el mariscal, a primera hora de la mañana, ve que se acerca el virrey, sale rápidamente del castillo con unos 120 hombres a pelear con él, manteniendo un combate en el que hay bajas de uno y otro bando aunque finalmente el mariscal retrocede hasta su castillo, donde finalmente es sitiado. Poco tiempo más tarde el mariscal es apresado en la aldea de Castrodouro, junto al castillo, posiblemente cuando estaba con alguna amante y previo aviso de algún traidor a las fuerzas del virrey. Posteriormente el virrey derriba también la fortaleza de Castrodouro, pero no totalmente porque aún conserva su torre y un mínimo fragmento de sus fuertes murallas. A los diez días de su captura y sin juicio previo, fue ejecutado (degollado) en la plaza mayor de Mondoñedo. Hay otras versiones más o menos legendarias de estos últimos años, pero en mi opinión Pardo de Cela fue un cabeza de turco para escarmentar a la nobleza gallega. No me cabe duda de que era más fácil ejecutar al mariscal que a otros señores como el conde de Monterrey, Diego de Andrade o el conde de Altamira, que habían mantenido una conducta similar al mariscal. La reina Isabel estaba muy preocupada, de la situación de Galicia y una vez el virrey Acuña cumplió la desagradable misión de escarmentar a la nobleza fue cesado porque empezaba a desatar una fuerte reacción en la nobleza que con mala suerte podría derivar en alguna rebeldía contra la corona en un momento delicado de la guerra de Granada.