Santa Eulalia de Bóveda, es un santuario tardo-romano del siglo III ubicado en la parroquia de Santalla de Bóveda de Mera, a 14 kilómetros de la antigua Lucus Augusti, la actual Lugo. Estaba dedicado a la diosa Cibeles y reconvertido al culto de Santa Eulalia. Se compone de una sala de planta rectangular, con una pequeña piscina en el centro y cubierta por una bóveda de cañón. En su exterior, un pequeño atrio con dos columnas precede a la fachada, en la que se abre una puerta con arco de herradura, tipología que posteriormente adoptarían los visigodos. Es el más antiguo arco de herradura existente en la arquitectura española como elemento estructural, ya que anteriormente solo había aparecido en la decoración de algunas estelas romanas. El Santuario de Cibeles está considerado un "unicum", es decir, no contamos con otro edificio de las mismas características en todo el territorio ocupado por el Imperio romano.
Para entender una de estas teorías, tenemos que intentar situarnos siglos atrás, cuando la mitología griega giraba en torno a rituales místicos que se ofrecían a sus dioses. Unos ritos que los romanos adoptaron e interpretaron. Uno de los más antiguos es el de la diosa Cibeles.
La diosa Cibeles fue esposa de Cronos y la madre de los dioses del Olimpo. Era la diosa de la naturaleza y la fertilidad, y era muy venerada en Roma como la Gran Diosa Madre.
¿Sabías que la oca en los templos de Cibeles tenía un papel muy importante? Por lo visto tenía poderes adivinatorios, era la consejera, la que presagiaba lo que iba a ocurrir.
El edificio tenía dos plantas, aunque en la actualidad solo se conserva la inferior o cripta que se encuentra casi en su forma original salvo la parte central de la bóveda que se perdió cuando se demolió la antigua capilla cristiana que ocupó el piso superior. Con anterioridad a la capilla cristiana, esta segunda planta funcionaba a modo de Taurobolio. El taurobolio era una estancia para el sacrificio de un toro en la planta alta del edificio, sobre la parte central de la cripta y sobre el hueco que permitía la caída de la sangre del animal sobre la piscina de la planta inferior. Una vez muerto el animal, los sacerdotes bajaban por una escalera de comunicación que existía en el muro oeste con un recipiente con los órganos sexuales del toro y lo colocaban en las hornacinas que existían en los muros de la cripta, a ambos lados de la piscina. La creencia en las propiedades sanadoras del bautismo de sangre hizo de su práctica algo muy habitual en la antigüedad, sobre todo en los siglos II y III. El Santuario de Cibeles se proyectó para una posible repetición del ritual en escaso tiempo y debió de permitir un gran número de sacrificios en su momento más popular. Al prohibirse el rito con la adopción del cristianismo, esta segunda planta perdió su función original y se transformó en capilla, convirtiéndose la planta baja en cripta.
En la antigüedad los santuarios de Cibeles o "Gran Madre" tenían una arquitectura específica para adaptarse a la realización de sus ritos y en especial al bautismo de sangre o "taurobolio". Podemos entender mejor la especial arquitectura que encontramos en Santa Eulalia de Bóveda en Lugo si revisamos las imágenes del taurobolio que escenifica la serie televisiva Roma, producida por la HBO. Donde la escena del primer capítulo, en el que Atia, la madre del futuro emperador Augusto, practica un taurobolio a Cibeles para proteger a su hijo de los peligros que le acechan, a la vez que solicita del oráculo de la diosa respuesta sobre el futuro inmediato de su hijo.
Sin embargo y a pesar de la posible anacronía de la escena del taurobolio, podemos ver en ella elementos que en siglos posteriores fueron característicos de los templos dedicados a la diosa y de los rituales en ellos practicados.
Atia, la devota de la Magna Mater, se sitúa bajo un baldaquino de cuatro columnas y en una pileta semienterrada. Sobre ella en un piso superior se encuentra el toro, adornado con guirnaldas y sujetado por el matarife que lo degollará. Al hacerlo la sangre del animal cae sobre Atia, que recibe el baño ritual.
La escena es acompañada por los sacerdotes eunucos de Cibeles, los galli, que realizan danzas orgiásticas, y toda la escena es dirigida por el archigalli, el sumo sacerdote.
A continuación, Atia sale de la pileta y solicita del archigalli que dicte el oráculo sobre el futuro de su hijo, que resulta favorable, la escena termina con Atia sumergida en otra pileta de agua clara, eliminando los restos de sangre de su cuerpo.
Esta escena nos permite comprender mejor como deberían ser los templos donde los ritos de Cibeles eran practicados, visualizar su especial arquitectura, que permitía realizar el bautismo de sangre, en algunos momentos de forma continuada, y cuáles eran los elementos constructivos necesarios.
En la escena podemos apreciar: El conjunto de fosa y baldaquino que permiten el sacrificio del toro sobre el devoto.
La necesidad de gran cantidad de agua corriente para la limpieza de la sangre en la fosa.
La existencia de una pileta de agua limpia para la limpieza del devoto.
Estos elementos han sido encontrados en pocos lugares del imperio, uno donde aún se conservan y pueden ser estudiados es en Santa Eulalia de Bóveda en Lugo.