En la desembocadura del Río Ulla se encuentra este lugar fortificado en el que varias civilizaciones dejaron su huella. Al ser un emplazamiento estratégico natural fue habitado durante largas épocas de la historia. Como mínimo este complejo estuvo habitado en la época castreña, durante los siglos II y I a.c. Los romanos consiguieron que incluso fuera un importante puerto de transporte de mercancías. Pero no fue hasta el siglo IX cuando Alfonso V (El Noble) mandó reconstruir el Castellum Honesti para poder frenar las incursiones de los normandos y de los sarracenos hacia la ciudad de Santiago en la isla de Oneste. Fue este topónimo el que más tarde derivaría en “Oeste”, por lo que es más correcto decir Torres de Oeste y no “del Oeste” aunque su situación occidental así parezca indicar.
Aquí comienza la historia de las heroicas resistencias y grandes victorias y derrotas sobre los vikingos. Aquí mismo fue encontrado el Crismón de la Victoria que se conserva en el museo de Pontevedra. A partir del siglo XVI fue perdiendo su valor estratégico y por lo tanto paulatinamente abandonado.
El recinto constaba de siete grandes torres situadas a ambos lados del río que vigilaban y cerraban con una gruesa cadena el paso de los vikingos y piratas Estas formaban parte de un conjunto amurallado de forma elíptica. Una de las torres, la más alta, era llamada Torre de Lugo debido a que fue esta ciudad la que costeó esta construcción. Dentro de las murallas esta la capilla de Santiago. Hoy en día, además de esta capilla, se conservan restos de dos grandes torres, diversas estancias y los restos reconstruidos de las murallas defensivas.
La misión de esta fortaleza era la de defender Santiago de Compostela de los ataques que provenían del norte de Europa, de los normandos y vikingos, por una parte, y del norte de África y los sarracenos, por otra. Ataques que fueron frecuentes durante la Baja y la Alta Edad Media. Durante mucho tiempo, además, éste fue el lugar por donde accedían los peregrinos a Santiago que llegaban por mar, a través de la ría de Arousa y el río Ulla hasta Padrón.
Aunque también sirvieron como defensa frente a los ataques ingles del siglo XVII, lo cierto es que la decadencia de la fortaleza comenzó en el siglo XVI, abandono que llegó hasta prácticamente nuestros días.
La mayor aberración es el puente de la comarcal construido en 1977, que atraviesa el conjunto fortificado y los humedales justo por la mitad. Verdad es que el puente es y ha sido absolutamente necesario para el desarrollo de las comarcas, pero considerando el largo total del puente creo que podría haberse construido tan sólo unos 500 m río arriba donde el Ulla no es mucho más ancho.
Llama mucho la atención el largo y recto paseo de entrada compuesto por decenas de postes de piedra unidos con un sencillo arco de metal y unos alambres que después de años no ha tenido ninguna función. Toda esta piedra, o su valor, hubiera servido cuando menos para la creación de algún pequeño centro de interpretación de la zona. No hay que olvidar que estas ruinas fueron declaradas Monumento Artístico Nacional en 1970.