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A unos 8 kilómetros al norte de Cedeira se encuentra el faro de Punta Candieira. Tan cerca y sin embargo tan remoto, tan alejado de todo. La carretera es estrecha y sinuosa, flanqueada de altos eucaliptos y habitualmente poco transitada, la angosta calzada se enrosca sobre la ladera del acantilado formando curvas muy cerradas, casi imposibles. Y que podrían ser potencialmente peligrosas si varios vehículos se atascan en ella.

Merece la pena, sin embargo, bajar para admirar el fantástico enclave donde está situado el faro.

La construcción, más bien modesta queda aún más empequeñecida por la grandeza del océano golpeando contra las rocas. Aquí afortunadamente se impone la flora autóctona, en especial tojos y brezos que forman un manto verde precioso que contrasta con el azul de múltiples matices de la orilla.

Muy cerca, también es posible otear el horizonte desde el Miradoiro de Punta Candieira. Este no es otra cosa que una colina a la que se llega por un camino de tierra. Conviene moverse con precaución por entre las rocas sueltas y el viento que suele azotar.

En mi opinión uno de los más bonitos de Galicia. Hay unos dos kilómetros de bajada y la carretera termina allí. Cuentan que un camión de gran tonelaje se perdió y no pudo dar la vuelta. La vista desde lo alto es espectacular, y algo grandioso. La soledad del paisaje, las rocas próximas en las que bate el mar y en donde puedes ver barcas indefensas que han transportado a los percebeiros. Yo creo que no debes perderte el lugar. Pertenece a la categoría de paraísos perdidos.

Según te vas acercando vas viendo el tejado rojo del edificio, el edificio blanco y la linterna. Visítalo en un día luminoso, porque el contraste de su silueta contra el azul del mar es una combinación imbatible. Se ha utilizado para hacer el anuncio de un coche por unos jóvenes que bajan en skate por esa carretera. Si la publicidad ha hecho uso de ese enclave será porque merece la pena. Cuando estuve allí me contaron que un tráiler se despistó y bajó por esa carretera hasta el faro. Le resultó imposible dar la vuelta y tuvo que permanecer atascado durante días.

No debemos olvidar que aquí comienzan unos de los acantilados más altos de Europa que se coronan con la cima de Vixía Herbeira, con más de 600 metros de altura, donde se encuentra la lápida en honor del actor Leslie Howard, muerto en un accidente de aviación en estos acantilados de la sierra de la Capelada.

El día 1 de junio de 1943, un avión comercial de la compañía holandesa «KLM» parte desde Lisboa hacia la localidad inglesa de Whitchurch con un total de 17 personas (13 pasajeros y 4 tripulantes). El avión es un DC-3 de nombre «Ibis». Ocho bombarderos Junkers se topan con el Douglas donde iba Leslie Howard, alcanzan a uno de los motores que empezó a arder con una gran llamarada hasta que cae en picado estrellándose en el mar en mil pedazos. No hubo supervivientes, Howard perdió la vida a los 50 años. Existen dos teorías para justificar este suceso:

Una de las razones que se esgrimió, es que el primer ministro británico, Winston Churchill, que se encontraba en Gibraltar después de una visita en el norte de África, planeaba regresar al Reino Unido a través de un avión civil en Lisboa. Según esta versión, el espionaje alemán confundió el vuelo 777 con el avión en que supuestamente viajaba Churchill y por eso Berlín ordenó derribarlo, teoría que cobró más fuerza porque curiosamente, el ayudante de Howard tenía gran parecido con el mandatario inglés.

- ¿Quién era Leslie Howard?

-Era un actor británico, su carrera en Hollywood empezó en los años 30, vivió el paso del cine mudo al sonoro, había empezado en el teatro, era rubio, con unos modales exquisitos y una dicción perfecta, y su aspecto enloqueció a las señoras y a los señores, que querían ser como él. Su papel en Lo que el viento se llevó, en 1938, lo catapultó y lo consolidó.

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