En los años 90 se popularizaron en Santiago las peñas, que aglutinaban a estudiantes y diferentes tipos de profesionales, y que organizaban toda clase de eventos: -los Amigos de la Carallada Enxebre, -A Santa Sede, -los Amigos de la Ruta de Elefantes, etc. "Las peñas lo eran todo. Se mezclaba todo tipo de gente y el objetivo era pasarlo lo mejor posible". En el seno de estas asociaciones nació el Rally París-Dakar, una competición que consistía en beber las máximas cuncas de ribeiro por los bares de la rúa do Franco y A Raíña. El inicio, en el París; y el final, en el Dakar. En total había 37 bares, algunos de ellos tan emblemáticos como el Suso, el Gato Negro, el Negreira o el Nova Galicia. La competición como tal solo se celebró tres veces, pero la tradición continuó muchos años.
En cada bar te sellaban una hoja, que justificaba la consumición en cada uno de los bares, marcada con un sello que representaba a cada bar, era la garantía de que has estado en el mismo y de que estás completando el trayecto, este aparente simple folio, formaba parte fundamental en esta ruta, ya que sin ella no podrías acceder al desconocido premio que descubriremos una vez terminada la misma.
La ruta no lleva implícitas cosas buenas para todos. Los que en algún momento más tienen que sufrir sus inconvenientes son los propios hosteleros de los distintos bares de la misma, ya que algunos partícipes de la ruta llegan a perder los modales y las formas gritando, cantando... todo esto molesta a los clientes y a los trabajadores por ello no es la primera vez que tienen que invitar a salir del establecimiento a más de uno; por todo esto algunos bares han eliminado su establecimiento de la ruta París Dakar ya que nos les compensa llevarse el mal trago de esas desagradables situaciones.
Nadie ha vuelto a recuperar el rali, porque los hígados de hoy ya no son como los de antes, pero gracias a ese itinerario el París incluso se internacionalizó. Y hasta es posible que su historia se haya llevado subrepticiamente al cine, y si no vean la película Bienvenidos al fin del mundo. Aunque en ella los bebedores no son capaces de llegar al París.