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El entorno de Punta Nariga está lleno de magia, Se trata de uno de los parajes más agrestes y salvajes de A Costa da Morte, donde el viento es el auténtico protagonista. Tan protagonista es, que cerca de aquí, hay un parque eólico, uno de los más grandes de Galicia.

En estos acantilados, que llevan desde tiempos inmemoriales aguantando los envites del mar y, por supuesto, el viento, se han creado curiosas y caprichosas formaciones rocosas. Alguna de estas rocas, dependiendo de la imaginación de cada uno, incluso recuerdan a animales o formas comunes. Sin duda, se trata de un lugar ideal para relajarse, respirar aire fresco y maravillarse con la inmensidad del Océano Atlántico.

“La secuencia cabo-faro-mar es paradigmática y mutante con las distintas épocas del año y las horas del día. Con tiempo calmo y despejado, la quietud del entorno serena la imagen y acrecienta el estatismo del faro; en días tormentosos, los cambios de luz y el movimiento de las nubes transmiten al conjunto un constante dinamismo. De día, la solitaria silueta parece dormitar de pie, mientras que al atardecer de pronto cobra vida y comienza a hacer guiños y a emitir destellos y ráfagas de luz que rasgan las tinieblas y se adentran en el mar.”

Sin embargo, además del impresionante entorno natural, lo que más llama la atención aquí es el moderno y majestuoso faro de Nariga que está situado al bode del acantilado. Esta construcción, proyectada por el arquitecto César Portela y realizada en granito, recuerda a la proa de un barco introduciéndose en el mar.

Y, como todos los barcos, el faro de Punta Nariga también cuenta con su mascarón de proa, en este caso un atlante esculpido en bronce, y cuyo nombre es «O soño do emigrante». Una clara referencia y homenaje a todos esos gallegos que fueron a buscar un mejor futuro a América.

Realmente el faro de Punta Nariga se construyó a unos 50 metros sobre el nivel del mar para así poder alcanzar las 22 millas (41 kilómetros) de su señal lumínica. Esta considerable altura nos permite tener una fantástica panorámica de las islas Sisargas, las grandes desconocidas de la costa gallega.

Muchas son las leyendas que nacen relacionadas con este lugar mágico. Una de ellas, habla de que, en lo alto de este monte, los vientos celebran sus asambleas, para repartirse los mares.

El faro de Punta Nariga representa un impresionante mirador sobre el mar que permite divisar una amplia franja litoral. Aunque no se permite la entrada al faro, si se puede subir por unas escaleras exteriores al bloque intermedio, hasta la cubierta del faro, donde hay otro estupendo mirador.

Punta Nariga tiene un grave problema medioambiental. La planta invasora Carpobrotus Edulis (uña de gato), originaria de Sudáfrica, está acabando con la flora autóctona de la costa y la podéis ver en grandes manchas alrededor del faro.

«Grato es vagar libremente por los patrios montes: no obstante, al sentarme sobre alguna roca del cabo Nariga, a la hora del crepúsculo, no puedo con mi corazón».

Eduardo Pondal

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