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La ría de Aldán es un entrante profundo en la costa de la ría de Pontevedra. Vale la pena destacar que la ría de Aldán​ no es propiamente una ría, ya que no está formada por la erosión de un río. Aunque popularmente se la denomine ría de Aldán en realidad es una bahía en las costas de O Morrazo. Entre la ría de Vigo y la ría de Pontevedra, uno de esos lugares con encanto que albergan maravillas que la mayoría de la población aún no ha descubierto. Las parroquias de Hío, Aldán y Beluso dan a sus costas, por lo que la ría de Aldán pertenece tanto al Concello de Cangas como al de Bueu.

La delimitan cabo Udra, en Bueu, y punta Couso, en Cangas. «un entrante profundo en la costa de la ría de Pontevedra», Aldán encarna el paraíso terrenal de las calas en Galicia. Por su cantidad en tan poco espacio de litoral y, ante todo, por su calidad. Concentra una veintena de playas de arenas finas y blancas protegidas del viento y del oleaje. Arenales vecinos entre sí, se puede pasar trepando por las rocas de San Xián a Pipín, o caminando desde este a Castiñeiras. Además, proporciona la meta con la que sueña todo buen viajero: calas recónditas, desconocidas para el gran público y hasta para los vecinos.

Hay quien asegura que aquí el agua está excepcionalmente cálida si se compara con la temperatura media que tiene el mar en las rías de Pontevedra y Vigo, más abiertas. «En la península de O Morrazo la costa es endiablada, así que hay muchas calas. Lo característico de Aldán es que están resguardadas y abrazadas por lo general por arboledas que le confieren al agua un color verdoso espléndido». Solo cuatro de sus de sus arenales cuentan con bandera azul: Areabrava, en O Hío, es la más extensa; Menduíña, en Aldán; Area de Bon y Lagos, ambas de Bueu. Sin embargo, el distintivo no es una condición para visitar sus arenales. Los accesos, a veces enrevesados, confieren un encanto especial a estas playas.

No todo en la ría está domesticado, sin embargo. En su extremo norte, el cabo Udra esconde un faro agreste al que se puede ir paseando entre pinares y farallones de granito que se despeñan hasta la orilla. Y más allá de Hío, la punta Couso y el cabo Home se asoman al mar abierto, que bate con todas sus fuerzas contra la silueta erizada de las Cíes. Pero ésa ya es otra clase de geografía.

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