Aquí se esconde uno de los tesoros de Galicia, fieramente guardado por el mar. En Punta do Roncudo, en unos acantilados batidos por un oleaje inclemente, se dan los mejores percebes del mundo. Pero también aquí, las blancas cruces que rodean el faro recuerdan a los percebeiros que perdieron la vida a sus pies. En plena Costa da Morte el océano da una pequeña tregua y se convierte en la Ría de Corme e Laxe.
Es una de las rías situada en la provincia de La Coruña, entre la ría de La Coruña (al norte) y la ría de Camariñas (al sur). Forma parte de la Costa de la Muerte.
La Ria de Corme, ha sido mudo testigo de innumerables naufragios en esas embravecidas aguas, que se han cobrado las vidas de muchos vecinos del lugar. Si la muerte llega a Corme por el mar, la vida también. Pues sólo tiene mar. Pero para marineros, Corme. Criados al filo de la tormenta, ciudadanos de todos los mares, no hay pesquero o comercante que se precie que no tenga en máquinas o cubierta a un hijo de Corme. Muchos no tuvieron tiempo de aprender nada. A los ocho o nueve años comenzaban en pequeños cargueros de cabotaje, siempre soñando con Pasajes o Trintxerpe, "donde no había miseria", y desde allí, hacia todos los puertos del mundo.
A poca distancia del núcleo de población de Corme se sitúa la Punta do Roncudo, que debe su nombre al ronco estruendo producido por las olas al estrellarse contra las rocas de los acantilados.
El paso de las embarcaciones frente a este promontorio es una maniobra arriesgada, a pesar de la presencia del faro que las guía en su singladura por estas aguas traicioneras, es aquí donde acabaron sus días muchos barcos que navegaban por estas aguas y que no fueron capaces de sobrevivir a la Costa da Morte, convirtiéndose esta punta en un cementerio de decenas de barcos naufragados, como el barco austríaco Óscar en 1899; el pesquero Gladiator en 1907; el carbonero griego Anastasis en 1919; el buque mercante genovés Padova, el 4 de febrero de 1923; el cormelan Benigno Díaz en 1960; el pesquero de Ortigueira Nalda-Mar, el 24 de noviembre de 1972; el pesquero de Corme Liraña el 10-2-1973; el auxiliar de pesquero gallego Nueva Elvira en 1978; el Nueva Elvira en 1990 y el pesquero de Corme Siempre Perales ese mismo año, sucesos que salpicaron de dolor las puertas de las casas de algunos vecinos e hicieron vestir de luto al pueblo, mientras no cesaban de tocar las campanas de la iglesia.