Los picheleiros constituyeron en la ciudad de Santiago, sobre todo durante el siglo XV, aunque ya existían antes, una industria floreciente. No se limitaron sólo a elaborar jarras y vajillas, sino que también fabricaban platos grandes, cálices, custodias, barriles, lecheras, linternas, copones, fuentes, saleros, salseras, tazas, etc.
La palabra “pichelero” viene a ser en definitiva el artesano encargado de la fabricación de estos recipientes, aunque también se utiliza como calificativo para aquellas personas a las que les gusta beber directamente desde la pichela.
El término se originó por la rivalidad con otras ciudades gallegas, al tener Santiago larga tradición de plata y azabache, mientras los picheleiros eran artesanos del estaño, metal menos noble. Este término se toma en plan despectivo para referirse a los compostelanos.
El picholeiro también se le conoce por ser de la ciudad de los pichos, que es cómo se denominan los caños metálicos de los que sale el agua de las fuentes de piedra, de la Compostela de las mil y una fuentes, donde la lluvia es arte.
De todos los objetos que fabricaban a partir del estaño, el más afamado era el pichel, descrito en el "Diccionario enciclopédico gallego-castellano" como "un recipiente de estaño alto y redondo, más ancho en el suelo que de la boca y con tapa engoznada en el remate del asa".
Este recipiente solía tener una capacidad aproximada de "media azumbre", alrededor de un litro.
Esta denominación que ha sobrevivido hasta nuestros días no es el único vestigio del pasado de Santiago como referente de la artesanía: todavía hay plazas y calles que hacen referencia a diferentes gremios, como la Rúa dos Concheiros, la Praza de Praterías o la Praza da Acibechería.