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Antes de introducir el cochinillo en el horno tenemos que precalentarlo a 180°C durante al menos 10 minutos.
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Colocamos el cochinillo sobre una fuente grande o una superficie amplia que nos permita untarlo con la mezcla de untar y echar por encima la sal gorda. Después cubrimos con papel de aluminio el rabo y las orejas para que no se quemen durante la cocción en el horno.
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Colocamos en el horno una rejilla sobre la bandeja del horno y encima asentamos el cochinillo de forma que no sobresalga. Sobre la bandeja del horno vertemos un vaso grande de agua, pero debemos estar seguros de que el agua no toca la carne del cochinillo. Este agua se va a convertir al final de la cocción en la salsa mezclada con el jugo que va a soltar el cochinillo.
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Introducimos el cochinillo en el horno que hemos precalentado previamente. Lo dejamos 90 minutos aproximadamente o hasta que comprobemos que la piel se ha dorado. Luego retiramos la bandeja del horno y giramos el cochinillo por completo para que se haga por la otra zona. Elevamos la temperatura a 200°C y lo dejamos 45 minutos más hasta que la piel del animal adquiera una textura más crujiente. Siempre debe haber agua en la bandeja para mantener unos niveles de humedad mínimos. Echaremos otro vaso de agua si vemos que se ha consumido.
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Una vez que comprobemos que la piel está en su punto crujiente y la carne está hecha, ya podemos servirlo, pero siempre con la piel crujiente a la vista para contrastar con la textura grasa de la carne. La salsa la servimos en una salsera aparte para que cada comensal se sirva a su gusto, siempre acompañando con la carne, nunca hay que echarla sobre la piel crujiente.