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Es un proceso relativamente largo, ya que requiere un remojo de hasta 72 horas, -tres días- cambiando el agua dos veces al día, -cada doce horas-, tal como os explicamos a continuación.

Cuando compramos bacalao en salazón, suele venir cubierto por una gran cantidad de sal. Por ello, antes de comenzar el proceso de desalarlo para poder utilizarlo en nuestras recetas, es conveniente sacudirle la sal que podamos.

Una forma estupenda de conseguirlo es poner el trozo de bacalao en salazón bajo el grifo y frotar suavemente con la mano hasta que no tenga cristales de sal en el exterior, tal como se ve en la imagen.

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Una vez listo, comenzamos el proceso de desalado, que como os indicaba durará para un trozo de tamaño similar unas 72 horas o tres días, en el que le tendremos sumergido en agua fría y lo mantendremos dentro de la nevera hasta que esté listo. Cada 12 horas, tiramos el agua y la cambiamos por agua nueva, volviendo a meter el bacalao en la nevera para que todo el proceso de desalado lo haga en frío y así no se nos ponga malo.

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Al cambiar el agua, podéis dar la vuelta a la pieza, por ejemplo, dejando la piel arriba por la mañana y con la piel abajo por la noche, y así, además de ayudar al desalado, os sirve para no olvidar ninguno de los cambios de agua.

Pasados los tres días, el pescado estará bien desalado y listo para su utilización, como si fuera pescado fresco. Es el momento de sacarlo del agua definitivamente y cocinarlo.

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